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Querida Diana:

Bien, lo admito. No debí decirte las cosas que te dije. No eras gorda, Di, nunca lo fuiste. Pero veía cómo la gente comenzaba a verte para mal, y... creo que entré en pánico.

Atentamente, tu conciencia.

Atentamente, tu conciencia. (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora