«El momento más bonito en la vida»

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"Donde tú vayas, yo voy" dije apretando mis puños, armándome de valor.

Él tan solo me sonrío travieso y arrancó a correr, esperando que yo fuera tras él. Y así fue, prometí que lo seguiría donde fuera.

Los diminutos cristales ocultos entre la fina arena de la orilla se incrustaron en las plantas de mis pies, creando leves tajos ensangrentados. Dolía. Pero no podía detenerme.

De vez en cuando, volteaba su rostro para asegurarse de que yo seguía su ritmo. Volvía a sonreír, aumentando la velocidad de sus pasos. Sentía cómo mis pulmones flaqueaban y una sensación de asfixia se hacía presente en mi garganta.

«Corre, pequeño, corre» me animaba desde lejos. No comprendía el motivo de todo esto.

Aceleré cuanto más pude, conteniendo las lágrimas en los ojos a causa del sufrimiento. Una pequeña caseta de madera se veía desde lejos. Vi como mi amigo abría la puerta y entraba en ella.

Estaba junto en frente de la caseta. Subí las pocas escaleras que llevaban a la entrada e intenté girar la maneta. Estaba atascada. De repente sentí cómo, por un momento, mi visión se nublaba. Todo se veía borroso. Por un momento, me pareció escuchar la risa de Jimin proviniendo desde detrás de las paredes de madera.

Mis sentidos no estaban agudizados en ese momento. Me senté enfrente de la entrada, descansando. Mi cuerpo era débil y mi estúpido cerebro se encontraba confuso.

Una vez mi visión volvió a recuperarse, busqué con la mirada una entrada diferente por la que llegar al interior. Había una ventana rota, cubierta con tablas de madera partidas por la mitad.

Coloqué uno de mis pies en algo parecido a una repisa, que sobresalía por debajo del cuadrado. Casi resbalé por completo, por suerte tan solo me hice un leve rasguño en la pierna izquierda. Por poco caigo de nuevo al poner mi pie derecho. Ahora solo faltaba introducir todo mi cuerpo por el hueco. Lo logré, pero mi mandíbula dio contra el suelo.

-Ay.- mascullé acariciándola.

Levanté la mirada e intenté mantenerme de pie, cual cosa conseguí. Una estrecha cama permanecía pegada a una de las esquinas. A su lado, una mesita de noche. En esta había una bonita lampara y un marco de fotos. Éramos yo y Jimin.

Un escalofrío recorrió mi piel casi desnuda, únicamente abrigada por una camiseta de seda, humedecida por el agua del mar. Unas manos heladas hicieron contacto con mi tez pálida. Estas recorrieron en círculos mi abdomen, delicadamente.

Acabé siendo empujado hacia las frías sabanas por alguien que no lograba distinguir. Esa persona se situó encima de mi y empezó a acariciar mi piel de nuevo.

Pequeños suspiros salieron de mi boca. ¿Qué me estaba pasando?

Mi temperatura corporal subió desmedidamente. La humedad ya no me afectaba en absoluto. Una bomba de sensaciones estalló en mí, físicamente y mentalmente.

-Vaya, vaya...- exclamó la persona.- Yoongi-ah~, te felicito por haber llegado hasta aquí.

Esa sonrisa traviesa, esas mejillas infladas, esos labios...

-Jimin...- gemí sin querer. Ese gesto volvió a aparecer en su boca.- ¡Ah!

Su miembro presionó el mío, bruscamente. Dolía mucho. Lo miré a los ojos, esperando encontrar un significado equivalente a todo esto.

-¿Qué intentas hacer, Jimin?- cuestioné algo asustado.

-Tan solo quiero que disfrutemos un poco, tú y yo, en la intimidad.- dijo volviendo a rozar su parte inferior contra la mía.- Lo que te haga de ahora en adelante no será nada que pueda dañarte, lo prometo. Así que no temas, ¿sí?

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⏰ Última actualización: Mar 26, 2016 ⏰

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