A la deriva.

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i.

Flota a la deriva.

Nada tiene color, nada está definido. Todo es negro, todo es borroso.

El oxígeno en su tanque se agota.

Se dice a sí misma que, de haber sabido que terminaría así, jamás habría aceptado la misión, pero sabe que no es verdad. Si algo se niega a hacer, es morir siendo una mentirosa.

No, ya es una mentirosa, pero se niega a morir mintiéndose a sí misma. Formar parte de uno de los engaños más grandes a la humanidad le parece pecado suficiente.

Nueve meses atrás, le pareció que valía la pena. Nueve meses atrás, realmente creyó en la causa.

"Somos el futuro, Lav" le dijo Ry antes de que ambos aceptaran, antes de acostarse con ella, antes de los ocho meses en la nave y el mes de saber que era el fin.

Piensa en lo miserable que es su fracaso, en cómo sólo un par de fallas fueron suficiente para arruinar su poderosa nave, en lo ingenuos que fueron al creer que lo lograrían, en sus espíritus idealistas aplastados, en el bello rostro de Ry deformado, su cráneo aplastado después del primer golpe, sus gritos de agonía mientras su hermoso -hermoso, hermoso- cuerpo se destruía dentro de la turbina y siente ganas de reír.

No lo hace, no puede perder más oxígeno del necesario. Lleva cinco días flotando.

Si él pudiera ver lo resignada que se encuentra ahora, se sentiría asqueado. No rendirse era su mantra. Más de él que de ella, pero Lav siempre asintió ante la afirmación, siempre levantó el puño en el aire cuando él proponía una idea revolucionaria, siempre se unió a sus misiones. Eran un equipo, una máquina de la cual él era el motor y ella la batería, no existían sin el otro. Lo habría seguido al fin del mundo. Lo hizo.

Ahora paga las consecuencias.

Le gustaría decir que no se arrepiente, pero se arrepiente. Ry la arrastró a aventuras, la hizo sentir viva.

Desearía jamás haberlo conocido.

ii.

"Encuéntrenme otro planeta habitable. Hagámoslo" les dijo el director. Ellos, estúpidos e inocentes, pensaron que podían hacerlo.

Lav le concede a su yo del pasado que, en el momento, tomar el riesgo era necesario. Los astrónomos habían predicho el asteroide más grande de la historia, aquel que finalmente terminaría con la raza humana, para el 23 de noviembre del año 3079. Eso les daba a los expertos un año para encontrar la manera de solucionar el problema y evitar la extinción. La colisión era inevitable, eso era seguro.

La información se mantuvo entre un grupo estricto de treinta personas, quienes fueron advertidos de que, de no ser discretos, morirían ellos y todos sus familiares existentes en un lapso de dos días. No podían permitir ninguna filtración. Todo para evitar el pánico de las masas.

Ry, por supuesto, rompió el trato.

Como hijo del director general de asuntos celestes, fue una de esas treinta personas.

Como su alma gemela, Lav se enteró de todo setenta y cuatro segundos después de que terminó la reunión. Entonces, en realidad, treinta y un personas poseían el conocimiento del fin.

Fue Ry el de la idea, como siempre.

"Sabemos que existen seis sistemas solares similares al nuestro lo suficientemente cercanos para alcanzarlos en un viaje de un par de meses. Aún mejor, este sistema en específico tiene un planeta que está a la misma distancia de su sol que la tierra de nuestro sol y las órbitas son casi idénticas. La mayor parte de su superficie está cubierta de agua y tiene dos principales masas de tierra. Es nuestra oportunidad, Lav. Lav, hay que hacerlo"

A ella le resultaba imposible decir que no cuando usaba esa voz, cuando decía su nombre de esa manera, como si fueran dos sílabas en lugar de una. Entonces aceptó.

Él fue quien le dijo a su padre. El hombre no pudo hacerlo pagar por su indiscreción porque eso implicaría suicidio, así que lo escuchó y, en poco tiempo, la emoción se le había contagiado. No podía ser de otra manera con Ry, en minutos podía hacerte no sólo entender, sino compartir sus opiniones e ideas.

Prepararon el viaje. En la conferencia de prensa antes del despegue, ambos dijeron que se iban para explorar indicios de vida en Plutón.

Así que partieron en el viaje intergaláctico menos poblado de la historia, sólo ellos dos.

No necesitaban más.

A la velocidad a la que iban, era un viaje de tres meses hasta alcanzar el planeta que querían explorar y tres meses para volver a la tierra a reportar informes. De ser exitosa su misión, les quedarían seis meses para reubicar a toda la humanidad al nuevo planeta, apenas a tiempo para evitar la muerte segura.

Por dos meses, todo fue perfecto. Construyeron su propio mundo dentro de la nave, hablaron de sus planes una vez que llegaran al nuevo planeta, hablaron de lo que harían al empezar de nuevo con sus vidas. No estaban enamorados, nunca lo estuvieron, nunca lo estarían. Nunca fueron realmente amigos, tampoco, pasaron de extraños al mutuo conocimiento de que eran almas gemelas y, en esos dos meses, esto se acentuó. Eran un solo ser de dos cabezas.

A mitad del tercer mes, se salieron de curso.

Ry se encargó de hacer cálculos, de tratar de regresar a la ruta. Lav se encargó de contar obsesivamente las provisiones y tratar de no pensar en la muerte.

Al cuarto mes, no tenían idea de dónde estaban.

Al sexto mes, lo único que les quedaba de comer eran zanahorias miniatura. Ry se encargó de hacer un huerto, de asegurar comida futura. Lav se encargó de racionar el resto obsesivamente y tratar de no pensar en la muerte.

Al octavo mes, se descompuso el primer motor.

Al inicio del noveno mes, les quedaba un solo motor de seis. Sabían que era el final. Ry se encargó de mantener la esperanza, de tratar de tranquilizarla cuando le daba un ataque de pánico. Lav se encargó de tener ataques de pánico y tratar de no pensar en la muerte.

Al final del noveno mes, la nave explotó, quedando sólo una cámara aislada e inútil. Sabían que pasaría eventualmente y estaban preparados, con sus trajes de cosmonauta listos y todo el oxígeno que pudieran cargar.

Lo que no previeron fue que, antes de dejar la nave, el pedazo de motor que voló primero golpeó a Ry directo en la cara.

Estuvo inconsciente por unos cuantos minutos. Cuando despertó, tenía el pómulo y la mitad derecha del hueso frontal hundidos.

Gritó por horas seguidas, hasta que concluyó que el dolor iba a matarlo si otra cosa no lo hacía antes. Comunicó esto a Lav y ella no lloró. Le dio sus provisiones y el oxígeno que llevaba para sí mismo sin dejar de gritar de dolor y le pidió que abandonara la nave. Posteriormente, se cortó la lengua a sí mismo. Dejó de gritar.

Lav no sintió nada. Para fines prácticos, no existía en ese momento.

Ry lloró amargamente. Como pudo, escribió sobre el cristal de una ventana empañada con los dedos.

Vete

Y

No quiero que veas.

Lav no se fue. Él la miró con ojos suplicantes hasta que, finalmente, hundió los hombros con resignación y se lanzó de un clavado a la única turbina que seguía funcionando sin pensarlo dos veces. Sangre salpicó toda la cámara, empapó la ropa de Lav.

Así, tan fácil, estaba muerto.

Ella se puso su traje de manera ausente. No existía, no existía.

Salió al espacio.

Flotó a la deriva.

iii.

Oxígeno: 2%

Va a morir y no hizo nada por la humanidad.

Ry murió y ella va a morir y, en tres meses, toda la humanidad morirá también.

Oxígeno: 1%

Supone que hay maneras más egoístas de morir. Está en paz consigo. Mintió, pero lo intentó. No es una pecadora.

Oxígeno: 0%

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⏰ Last updated: Jan 03, 2016 ⏰

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A la deriva.Where stories live. Discover now