Te extraño y me desquito.
Me desquito porque te extraño, y no puedo hacer nada. Porque la distancia que nos creamos es racional, y es lo mejor que pudimos haber hecho. Me desquito porque no me lo creo, porque quiero creer que se puede romper.
Me desquito viendo películas de amor, escribiéndote cosas* que no te mostraría nunca.
Me desquito escuchando la música que te gustaba a vos, no sé por qué. Como un intento de demostrarte que sí te prestaba atención, que así de hondo te metiste en mi vida, aunque no sepas. Al principio no lo hacía, sabés? Tenía miedo de que cierta canción me quebrara, como un intento de no recordarte, estuve una semana entera sin escuchar música.
Todas esas canciones me las aprendo en la guitarra. Me las aprendo porque tengo la idea de un día cruzarte con una y cantártelas, y recuperar por 5 minutos tus ojos de amor. Esos ojos que me miraron poco tiempo hasta que todo se fue a la mierda.
Me desquito, porque no puedo besarte, porque no puedo abrazarte ni compartir las cosas que quiero. Porque no recibí el año con vos, porque veo a parejas y me da ganas de irte a buscar y pedirte por favor una vez más, creerte, que me creas. Porque no hay forma de recuperar lo que fuimos porque está roto, y las cosas rotas nunca se arreglan del todo.
También lo hago porque quiero demostrarte que me perdiste, lo que perdimos, por no tomarnos esto lo suficientemente serio como deberíamos haberlo hecho. Deberías, mejor dicho.
Te extraño porque apareciste en el momento justo, para borrarme las dudas que tenía de quién era, cómo era y si estaba bien en quién me estaba convirtiendo. Sí, te estás enterando. Apareciste cuando todo se desequilibraba y trajiste eso: equilibrio.
¿Cómo se puede soltar así como así algo como esto? ¿Alguien como vos que es tan difícil y a la vez tan simple de entender? ¿Cuándo es suficiente? ¿Cuánto es suficiente? ¿Cuándo se para? ¿Cómo? ¿Cómo carajo vuelvo a ser yo sin vos?
*Nunca supe bien cómo llamarlas porque no eran canciones ni poemas. Supongo que eran simples textos de amor, textos que te escribía para decirte lo que sentía, los miedos que tenía, la felicidad que me traías, pero sin decírtelo, sin mostrártelo. Los escribía para sacar de adentro mis sentimientos, para decírtelos sin decírtelos, sin tener miedo de tu reacción (siempre te congelabas cuando te demostraba mis sentimientos, nunca entendí por qué).