La ciudad de Sión

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Era una tarde agradable y aquel chico había llegado a la nueva y sofisticada ciudad de Sión, portaba una enorme espada en su espalda y una chaqueta roja parecía ser alguien fuerte y su rostro era serio aunque muy atractivo lo que hacía que atrajera las miradas de las jóvenes chicas que lo veían pasar.

Estaba dispuesto a buscar una posada donde pudiera quedarse ese día y al parecer ya había encontrado una pero su camino se vio interrumpido en cuanto escuchó una mujer gritar, al parecer un ladrón había estado forcejeando para quitarle su bolsa de runas de oro y luego escapar. Aquel joven no pudo quedarse de brazos cruzados y lo persiguió, de lo que no se dio cuenta es que justo encima de él una chica se encontraba corriendo por sobre los edificios, podía usar magia y la utilizó para darse a sí misma la velocidad del sonido para llegar de inmediato hacia el ladrón y acorralarlo cayendo frente a él.

-Vaya, vaya. Parece que tienes algo ahí que no te pertenece, ¿Qué te parece si me lo entregas y luego me acompañas a la comisaría? .-Dijo aquella chica con una sonrisa mientras colocaba las manos en su cintura.

-Aléjate mujer, no me hagas reír una chica no debería estar haciendo cosas de hombres.

Aquel comentario la molestó y colocó sus manos en su espada, una en la empuñadura y la otra en la vaina amenazando que la desenfundaría.

-Bien, en ese caso te demostraré porque no debes subestimarme ni a mí ni a ninguna otra mujer.

Desenfundó su espada y con gran agilidad la abalanzó contra él, pero antes de que pudiera tocarlo un puño apareció casi de la nada golpeando la cara de aquel delincuente haciendo que se estrellara con una pared y quedara inconsciente; aquella chica solo estaba anonadada y no dijo nada solo observó como este extraño chico tomaba la bolsa de runas y se lo regresaba a la señora para luego tomar al ladrón y cargarlo sobre sus hombros, fue entonces cuando ella reaccionó y apuntó su espada hacia él, que estaba a punto de marcharse.

-Oye tú ¿Qué crees que haces? deja a ese hombre, es mi detenido y no dejaré que te lo robes.

Su voz era amenazante pero no parecía importarle a aquel chico quien solo se volteó y le sacó la lengua en forma de burla.

-No quiero hacerlo.- Dicho esto se fue desapareciendo entre sombras, al parecer también era un mago y había desaparecido justo frente a ella lo cual la hizo enfurecer.

En la comisaría se encontraba aquel chico, después de entregar a un criminal buscado se podía recibir una recompensa pero él era totalmente ignorante de esto.

-Te agradezco lo que hiciste, aquí tienes tu recompensa. -Dijo aquel policía mientras le entregaba la bolsa con runas.

-No es nada y gracias.- Comentó él con total tranquilidad e indiferencia, se dio la vuelta dispuesto a irse pero una última pregunta del policía lo pausó por un momento

-¿Cuál es su nombre joven?

-Solo llámeme Nova

Una muy ligera pero notante sonrisa se dibujó en su cara y luego se marchó, mientras caminaba entró en un bar y se sentó en una de las mesas más alejadas, solo una chica de cabellos dorados se acercó a él.

-Hola y bienvenido ¿Qué puedo ofrecerte? -Al parecer aquella chica era la encargada del bar.

-Solo una cerveza, no me quedaré mucho tiempo.

-Ya veo entonces te la traeré enseguida.

La joven se fue y regresó con el pedido que le habían encargado.

-Aquí tienes que la disfrutes.

-Gracias...

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-¡Que molesta estoy, en realidad estoy furiosa!

Aquella chica entró al bar abriendo la puerta con coraje, pero esta vez acompañada con unos gemelos Lavy y Levy.

-Tranquilízate Ezrin estas cosas pasan, no debes molestarte tanto.

-Por supuesto que me molesta, odio cuando me quitan a mis "presas".

Refunfuñaba con los brazos cruzados. Levy era la gemela menor y trataba de tranquilizarla dándole ligeros golpes en la espalda, mientras que Lavy siendo el gemelo mayor miraba para otro lado.

La encargada del bar los conocía desde hacía ya un tiempo y cuando Ezrin actuaba de esa manera se daba cuenta de que algo había sucedido.

- Ara... ¿qué sucedió? -Preguntó un poco curiosa pero no tan sorprendida.

-Al parecer un misterioso chico capturó a un criminal antes de que ella pudiera hacerlo.

Contestó Lavy un poco fastidiado por la conducta de Ezrin.

-Ya veo, no te preocupes Ezrin-san ya se te pasará, ahora ¿Por qué no van y se sientan en una mesa? les llevaré un té para que se tranquilicen.

Dicho esto se fue y aquellos tres fueron a sentarse, Ezrin aún estaba molesta pero ya no decía nada, en su lugar, mantenía un puchero en la cara y el ceño fruncido fue entonces cuando la encargada del bar Miranda regresó con lo que había prometido.

-Bien, aquí están, té verde y unos bocadillos para que se relajen en especial tu Ezrin-san Ella no dijo nada solo hizo su mueca aún más notable.

-Y bien Ezrin ¿cómo era ese tipo? -Se animó a preguntar Lavy.

-Mmm... Pues era muy arrogante y molesto y llevaba una espada más grande que su cabeza, apuesto a que no tiene un cerebro en ella. -Continuaba reprochado mientras masticaba los bocadillos que Miranda les había llevado.

-¿Cómo aquel chico atractivo de allá?

Interrumpió Levy con una mirada iluminada como si acabara de ver a un príncipe azul. Ezrin se estremeció al verlo y sin dudarlo se levantó de la mesa y se dirigió hacia éste, desenfundó su espada y la apuntó a su cuello.

-Tienes agallas como para estar tan tranquilo sabiendo lo que hiciste. -Dijo un tanto amenazante, Lavy sentía que el corazón se le paraba en cuanto vio su reacción y se levantó para impedir que siguiera haciendo una escena.

-En verdad que eres molesta ¿no es así? -Le respondió Nova sin siquiera voltear a verla para luego darle un último sorbo a su cerveza. Esa ignorancia hizo que ella se enojara aún más.

-Muy bien Ezrin ¿qué tal si nos vamos ahora...? Le diremos a Mira que nos agregue el té a nuestra cuenta así que ya vámonos. -Interrumpió Lavy nervioso, Ezrin cerró los ojos, soltó un largo suspiro y enfundó nuevamente su espada para luego darse la vuelta y salir del bar sin decir palabra.

Lavy solo la observó y regresó de nuevo a donde su hermana para soltar un suspiro de alivio y luego pensar:

*siempre es lo mismo con ella, no ha cambiado en absoluto*.


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