12:25 am

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Froté la esponja que rebalsaba exageradamente de espuma contra otro plato, cuando estuvo limpio, lo enjuagué y se lo pasé a la chica a mi lado para que lo secara antes de tomar otro plato y repetir el proceso.

Si no entendieron cómo llegué al punto de estar lavando platos en una cafetería cuando horas atrás estaba saliendo de la escuela con el corazón roto, aquí va la explicación...

Como los buses hasta mi casa, no pasaban hasta las dos, decidí caminar hasta el parque. Ahí una ardilla me atacó y caí en el fango. Luego de eso se hizo casi medio día y me agarró hambre, así que fui a una cafetería cercana. Luego de comer, el camarero me trajo la cuenta, me dí cuenta que no había llevado dinero y bueno...ahí estaba, en la cocina lavando los platos.

Estiré mi mano y solté el plato para que Lori—así se llamaba la chica que secaba los platos—lo secara, cuando este impactó contra el piso y se quebró en cientos de pedazos. Fruncí el seño y miré a mi alrededor.

¿Cuándo se había ido?

—Joder—murmuré mirando mi desastre. Me quité los guantes y me agaché para juntar rápidamente los trozos, antes de que se dieran cuenta y tuviera que lavar más platos para pagarlo.

Estaba juntando la mitad de los fragmentos de plato con una mano, mientras los depositaba en la otra, cuando un alma bondadosa se agachó a mi lado y comenzó a juntar los trozos conmigo.

Levanté la vista y me encontré con un par de ojos color chocolate.

— ¿David?—pregunté.

— Oh, hola Lea—me saludó con una enorme sonrisa antes de tomar los últimos trozos con sus enormes manos y depositarlos en el cesto de basura. Imité su acción y me volví a colocar los guantes para seguir fregando. — No sabía que trabajabas aquí.

— Digamos que estoy saldando una deuda—respondí para no decir directamente que no tenía dinero y que estaba lavando los platos para pagar mi comida.

— Oh, entiendo—respondió sin quitar la sonrisa de su cara. Si yo me la pasara sonriendo tanto como David, me vería estúpida, pero él se veía simplemente adorable.

— ¿Sabes dónde está Lori?—pregunté por aquella traidora que me había abandonado, mientras fregaba otro plato.

—Está en su descanso—dijo él con un encogimiento de hombros—así que vine a ayudarte—tomó el trapo y comenzó a secar los platos mojados que yo dejaba sobre la encimera.

—Me salvaste de caer al suelo en el bus, de tener aliento a vómito de gato, me ayudaste a juntar los trozos de cerámica y a secar los platos—alcé una ceja-¿quién eres, mi hada madrina?

—Hubiera preferido que me llamaras superhéroe—dijo mientras secaba otro plato.

—Me quedo con lo de hada madrina—me encogí de hombros y él se rió.

— ¿No deberías estar en la escuela?

—Me choqué con la directora y no pude entrar al salón ni hacer la prueba, además de que me enojé con mi mejor amigo, así que no tenía nada que hacer allí—contesté a la ligera, como si realmente no me hubiera afectado en lo absoluto.

— ¿Por qué te enojaste con tu amigo?—preguntó apoyando sus codos sobre la encimera y posando su barbilla sobre sus manos.

—Por nada—le quité importancia al tema.

—Ajá...

—Te encanta entrometerte en la vida de los demás ¿no es así?—lo pinché intentando esquivar el tema.

—Es divertido—se encogió de hombros—anda, cuéntale al tío David lo que ocurre—redujo un poco más el espacio entre nosotros.

— ¿Ahora eres mi tío?—pregunté alzando una ceja mientras intentaba disimular lo nerviosa que estaba por tenerlo tan cerca, solía ponerme así con todas las personas que invadían mi espacio personal.

—Soy muchas cosas—dijo acercándose más, joder estaba demasiado cerca.

Le dediqué una sonrisa nerviosa y dí un paso hacia atrás, cuando choqué con un camarero que venía con una olla con salsa de carne, la cual se derramó sobre mis tenis.

Mi rostro ardió de la vergüenza y escuché con David soltaba una carcajada a mis espaldas antes de salir corriendo de aquél lugar, lo más rápido que pude.




El Peor día de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora