Siquiera la escarcha escuchara el paso del viento
que la crea cristalizando la humedad
de la noche sobre el lomo del amanecer
que de otra forma lagrimas de roció derramaría.
Siquiera el corazón escuchara la voz del sentimiento
que lo anima llenándolo de esperanza,
de ilusiones y de montones de deseos,
que de otra forma no se llamaría amor.
Siquiera el alma se dejase conquistar por el,
alejándose del pozo de la tristeza
donde se hunde hasta la luz
y el desierto de los silencios se nutre.