Todavía te recuerdo, allí, sentado en aquella barra del bar. Con las dos manos ocupadas y la mirada pérdida, buscando algún corazón perdido, aniquilado, para poder devorar y sentirte realizado, pensando que hiciste bien en arrancarle aquel miembro desmenuzado.
Con la mano derecha sujetabas el cigarro medio consumido, y con la otra la caña medio llena. -Recuerdo que nunca te la terminabas, siempre que te quedaba un poco pedías que te la rellenaran. Decías que así nunca tenías que saborear el final, los finales nunca te gustaron. Pero bien que terminaste con lo nuestro.-
Entrabas y salías de mi vida, como quien se olvida algo dentro de casa cuando ya ha cerrado la puerta.
Nunca me dijiste que te gustaba de mi, sólo me recordabas día tras día lo malo que tenía. Decías que detrás de aquella bella sonrisa que lucía sin parar escondía mil demonios y mil vicios que nunca supiste valorar.
Lo admito, tengo muchos, algunos de ellos me pueden llegar a matar, pero lo que nunca supiste y nunca sabrás es que entre los más letales te encontrabas tú. Y lo malo de los vicios es que nunca se pueden llegar a dejar del todo.Quizás los vicios son malos,
Quizás habrá que dejarlos.
Pero no veas
Lo mucho que reconforta
Al saborear el dulce
Y placentero
Final.
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Lo que nunca te diré
Genç Kurgununca te dije esto, y tampoco te lo pienso decir jamás.