-Daría lo que fuera por tenerte, por hacerte mía Mädchen.- Dijo él inspirado tal vez por su propio infierno. Aquél sombrío cuarto avernal sugería los más prohibidos deseos.
-¿Lo que sea?...- Reflexionó un momento. Cerró sus ojos por unos segundos para ocultar su amarga expresión y las comisuras de sus labios se alzaron divagando en su rostro en señal de imploración, con voz tenue continuó. -¡Regrésame mi alma, y con ella mis recuerdos, mi dolor, mi sufrimiento! Deseo sentirlo todo de nuevo, deseo ser capz de llorar...
El reaccionó con un gesto de desagrado que proclamaron sus labios, y su mirar se ensombreció en sus lujurias. Sentíase vencido en su propio juego pero le atraía tanto aquel trato.
-Es sencillamente seductora vuestra propuesta, "Tu cuerpo a cambio de tu alma" ¡Es casi irresistible!.
-Entonces hazlo.- Rosaba sus labios contra los de él, con un toque más bien sublime, insinuándolo a su propia ruina.
-Lo haré, lo haré... sólo aún no decido si ser benévolo contigo y primero hacerte cumplir tu parte del pacto, sin represa. O ser poéticamente cruel y primero regresarte tu dolorosa esencia y hacerte sentir por completo la tortura, hacerte daño, hacerte sufrir, para culminar con tu llanto justo como lo deseabas querida.- Sonreía con matiz un tanto macabro.
-Hazlo así, excédete conmigo y no me tengas piedad, que no te la estoy pidiendo...- agregó ella con seguridad.
-Entonces me comportare cual si fuera una fiera sedienta de sangre y que en ti encontró ese manjar que tanto deseaba; arrancando de tu alma cada suspiro hasta dejar tu cuerpo vacío.
La aproximó más a él, con fuerza, lo suficiente para que su piel fuese la única barrera que se interpusiese entre ambos. Besó sus labios con fervor, con un toque casi dramático sin caer en lo romántico, haciendo devolver con él cada incentivo a su espíritu.
Entonces permaneció por completo abrumada durante unos cuantos segundos, un par de lágrimas se deslizaban en sus mejillas y sus labios temblaban.Lo recordaba todo, realmente lo recordaba en su más siniestra postura a la vez que un sentimiento acogedor y cálido la envolvía. Pero no, no era suficiente, no era más fuerte que su exquisito odio.
-Hora de cumplir tu parte del trato y cederme el poder sobre tu atenuante fisiología... y tu umbral de dolor...
-¡Ha!-. Hacía una leve mofa y en un instante su mirada se alzó retadora y continuó. -No lo harás, no eres más que un cobarde que pretende un cruel papel que es demasiado grande para él, no eres tan hombre como para ponerme una mano encima...
El último verso fue interrumpido por un fuerte azote. Él había soltado una bofetada en aquel aparente dulce rostro, con tanto ímpetu que la hizo caer al suelo.
-¡Basta! ¡Calla! Y no te atrevas a subestimarme así,- caminaba inquieto por la habitación dando vueltas. -¿Deseas, entonces, ver hasta dónde soy capaz de llegar?.- Se volvió a ella y ciñó sus manos en su cuello ahogándola con ira, la levantó incluso algunas pulgadas del suelo hasta que sus ojos se nublaron y de su boca brotó una línea constante de sangre. Sólo entonces se detuvo, dejándola caer con sutileza.
Se apartó, de pronto como si estuviese temiéndole a algo, "¿A ella? ¿A su odio?" No, no era eso, se desconoció a sí mismo por un momento, tomó el papel principal, el antagónico precisamente. Se había convertido en una vil bestia y sentíase un monstruo al verla herida por su propia mano; "¡No!, así debía de ser, así lo quiso ella, así lo provocó".
Ella se levantó y quedó de pie justo junto a la cama nuevamente. Él instintivamente se dirigió a tan exuberante silueta, la envolvió en sus brazos y besando su cuello la encaminó a la cama.
La recostó en aquellas sábanas de carmesí, y en un acto desagarró y desprendió cada una de sus prendas hasta desnudarla por completo en su perdida excitación, que no podía asegurar si se debía al profundo rencor que acentuaba una sensual venganza o al deseo de su espíritu de poder unirse de nuevo al de ella. Cual fuese la razón, lo incitó a sentir que su espeso ropaje se encontraba de más y comenzó a deshacerse de él.Ella logró tener el espacio suficiente para sentarse en la cama, observándolo fijamente. Sentíase vacía de nuevo, como si su alma hubiese escapado y divagado muy lejos de aquella habitación.
Quería huir junto con ella pero lo único que le quedaba era esperar poder confiar en él, o someterse a lo que al fin y al cabo había pactado. Sólo debía dejar morir sus sentimientos durante la escena.
"Una vez más, sólo necesito la fuerza suficiente", que impulsada por su odio -más allá del recuerdo de su amor- vaya que se encontraba de más.Fue hacia ella, encaminando sus manos a lo largo de su cuerpo como aparente guía, hasta que llegó, por encima de ella, a la altura de su rostro.
Se limitó a observar como sus mejillas enrojecían al sentirlo tan próximo, de una manera que no recaía sólo en sus fisiologías sino que sentía su alma arder en recuerdos con cierta familiaridad. Una familiaridad que lograba abrumarla por atreverse a hacerla, incluso, desear y deleitarse del momento.Recobró su afinidad, casi al instante se volvió a él con una expresión más parecida a la inicial, de vacío, de desesperanza y besó sus labios sin que él lo previniera. Pero fue un beso muy distinto a cualquier otro, aquel beso sabía a tristeza y a... "Dolor. ¿Qué demonios?"
Ella había clavado su daga en su espalda, él sólo había logrado sentir el frío metal corrompiendo su piel y desgarrando músculos a su placer, pero fue aquel beso y su frialdad lo que en realidad lo había dejado no sólo herido, sino absolutamente fuera de combate. Su cuerpo se dejó caer lentamente sobre ella, cediendo, inerte. Una amarga sonrisa se delineó en su rostro;
"Vaya, realmente no has cambiado nada. No debería sorprenderme la astucia de tus estrategias Mädchen, ni que hayas ganado este juego. De nuevo..."
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Sicario Pasional.
Mystery / ThrillerUna breve historia; Un macabro escenario; Un demonio y el homicidio de un espíritu, no tan inocente... Y un tétrico juego de estrategia con un sólo vencedor. "Tu cuerpo a cambio de tu alma".