Martes

593 9 0
                                    

Querido Jorge:
Chico listo. Sabía que darías con la contraseña, con nuestra contraseña. Perdona que lo haga tan complicado, pero es que ya no sé en quién confiar. Estoy paranoica. Veo espías por todas partes. Hasta en la piscina. Son como cocodrilos. Están inmóviles durante horas, esperando. El agua esta quieta. Hasta que de repente, un pequeño temblor en la superficie del agua y, ¡zas!, asoman sus ojos. Y lo peor no son sus ojos. Lo peor es lo que viene después: un chapoteo bestial y esa boca llena de dientes.
Ahora mismo no dejo de pensar en que alguien podría estar leyendo esto.
Cuando me asomo a la ventana, me imagino que están mirándome, fotografiándome. Los que esconden las fotos en archivos bajo llave, lo que no publican las fotos, los que controlan la conexión... Mis cocodrilos, los que rodean a mi madre.
Cuando salgo de casa, están los otros. Los que sí publican las fotos. Tus cocodrilos, los que persiguen a tu madre. Pero ellos no me fotografían. Entonces, ¿por qué tienen que apuntarme con la cámara como si fuera un arma?¿No ven que me siento encañonada? Me dan ganas de rendirme.
-Dispara- le he dicho hoy a uno de ellos.
Él se ha apartado la cámara de la cara y me ha mirado. Creo que con pena.
Lo he dicho de corazón. Necesito que alguien dispare, que alguien haga algo.
Pero aquí nadie se atreve a disparar. Y eso es lo peor. Esta calma tensa, esta espera... ¿Á que?¿Á que esperamos?
Necesito que ocurra algo.
María
PD1: Cuéntame que dicen de nosotros.
PD2: No, mejor no.

Pomelo y LimónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora