-¿Sabes? En realidad sí que hay alguien poderoso ahí arriba -señala el cielo- Se llama Némesis y es el todo y la nada.
-Cuéntame mas- pidió el chico.
-Al principio de los tiempos el mundo era habitado solamente por plantas y animales y un día, sin motivo aparente aparecieron ellos. Ellos eran Némesis y su amado. Todo iba bien: los dioses tuvieron muchos hijos, eran felices, tenían todo lo que necesitaban, pero un día todo cambió. Némesis empezó a soñar. Sus sueños eran muy variados. Tan pronto soñaba con un paisaje que dibujar, una historia por escribir o una melodía por entonar. Su marido, celoso, decidió arrebatarle todos sus sueños. La diosa lloró diez amargas lágrimas por sus sueños robados. Las primeras nueve lágrimas tomaron formas de bellas y jóvenes mujeres inmortales llenas de talento. Fueron llamadas musas. La décima lagrima, la más preciada de la diosa, se convirtió en una joven mortal de gran belleza y letales talentos. A ella la llamaron la ladrona de sueños. Némesis ordenó a su ladrona que asesinara a su marido y así lo hizo, pero los sueños no regresaron nunca. En el lecho de muerte de la décima le prometió que su espíritu y talento no morirían, sino que prevalecerían en el cuerpo de su primogénita. Y así ha sido hasta el día de hoy- termina de relatar la chica.
-¿Y que tiene eso que ver contigo?
- Sigues sin entenderlo, ¿verdad?
-Si te soy sincero, si, no lo entiendo.
- Yo soy una ladrona de sueños.