Los ojos verdes de Megan Halland siempre pronuncían a Fred Kent una gran ansiedad.
Sentía por esa muchacha  algo más que amor; casi veneración. Hubiera dado por ella la vida entera, pero sabía que nunca se la presentaría la oportunidad de hacerlo realidad.
Megan avanzaba caminando por la vereda. Venía de la universidad. Vestía una falda corta, un chaleco sin mangas y calzaba zapatos de tacón mediano. Su pelo corto, rojizo, flotaba al viento. Fred la miró con expresión desolada. Aspirar a ella era como alcanzar una estrella. Megan era bellísima, dulce, un encanto de mujer.
El chalet de Fred Kent y el de Florence, la madre de Megan, estaban uno junto al otro. Vivían en una provincia cercana a Madrid. El conversaba muchas veces con Florence de cosas sin importancia.
Megan estudiaba a tiempo completo y tenía novio: Jerry Barton, quien acaba de graduarse de médico. Todos sabían que él quería marcharse a Estados Unidos a hacer su especialidad en cirugía, pero no podía irse casado, pues no tenía dinero.
Eso se lo había contado Florence a Fred.
—Buenas tardes, señor Kent—dijo Megan en ese momento, con timidez, pues no ignoraba los sentimientos de su vecino.
—Buenas tardes, Megan. ¿Cómo van los estudios? —le preguntó amable.
—Muy bien, gracias.
Fred arrancó una linda flor de su jardín y se la entrego a Megan.
—Por favor, acéptala.
Megan la tomó con cierto temblor en las manos. Sabía lo que Fred sentía por ella, pues se lo había dicho en una ocasión, pero cuando ella lo rechazó, jamás volvió a insistir. Eso sí, siempre estaba allí para ella, como si la esperara y se conformara solo con verla de vez en cuando.
Megan no era coqueta ni se alegraba de que alguien como Fred la amara
Al contrario, le producía pesar no poder corresponderle, pero ella estaba profundamente enamorada de Jerry.
"Si no existiera Jerry, tal vez me hubiera enamorado perdidamente de Fred", pensó. "Aunque me dobla la edad pues yo tengo 20 años y el, 40, no me hubiera importado. Pero jamás podré amar a otro hombre que no sea mi novio".
Megan entró en su casa.
—Ya estoy aquí, mamá—dijo en voz alta—. ¿Comemos ya? Tengo que salir.
—Ya esta lista la comida, hija. ¿Donde vas?—le preguntó Florence.
—Jerry llamó y me dijo que tenía algo muy importante que comunicarme. Voy a ir a verlo enseguida. Quiere que nos veamos en lo alto de la colina.
—¿Por qué ese lugar?
—Porque allí nos conocimos y en ese lugar espera construir un hospital quirúrgico, con todos los adelantos médicos.
Florence se hecho a reír.
—Pero, Megan, aunque Jerry tenga esos sueños, no pensaras que los va a realizar. El no tiene medios económicos. Cuando saque la especialidad podrá conseguir un excelente trabajo en un hospital, pero de eso a construir un hospital...
—¿Y por qué no?— se alteró un poco Megan, algo extraño en ella, que siempre se mantenía en calma—. Jerry logrará todo lo que se propone, mamá, ya lo verás. Tú no sabes lo que representa la profesión para él. Será un gran cirujano, pues dice que lo único que le importa en la vida, aparte de mi amor, es su carrera. Fíjate que vamos a esperar a que él regrese para casarnos, pues aunque quisiera llevarme con él sé que no puede hacerlo por falta de dinero y yo jamás destruiré ilusiones.
—Está bien, hija, no te alteres.
Megan se despidió de su madre y salió de la casa a encontrarse con Jerry:
Lo vio a lo lejos. Vestía unos jeans y una camiseta negra con dibujos.
—Jerry...—lo llamó.
Jerry se acercó a Megan y la abrazó. La adoraba. Había sido su única novia y sería su esposa. No concebía su futuro sin ella. Claro, que por el momento tenía que esperar, pues no estaba en condiciones económicas de afrontar un matrimonio y llevársela, pero cuando terminará su especialidad, dentro de cinco años, regresaría, sin duda para casarse con ella.
Jerry besó a Megan con cierta desesperación. Sabía que iba a decirle algo alegre y doloroso a la vez.
—Te adoro, Megan.
—Y yo a ti tambien. No sé qué sería de mí si me faltaras alguna vez.
—Jamás te faltaré. ¿Sabes? Me llamaron por teléfono para comunicarme con está aprobada mi beca para sacar mi especialidad en cirugía en Estados Unidos.

El sueño de Jerry era ser cirujano. Cuando le dieron una beca, se fue a Estados Unidos, pero antes le juró a Megan que regresaría para casarse con ella.

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