El partido con Seijo había sido hace solo unas horas. Daichi llegó a su casa totalmente cansado. Sus músculos protestaban por el esfuerzo que habían hecho. Fue un partido realmente difícil. Entró a la ducha. Ni el agua fría noto después de perderse en sus pensamientos.
No pudo hacer nada. Sintió que había fallado más que atinado. Y el último segundo. Esa oportunidad de oro, la que los hubiera hecho avanzar más, se esfumó. Hinata fue bloqueado por completo. El golpe que tanto les había ayudado a través de sus partidos, en el momento que lo necesitaban más, les falló. Pero no culpaba a Hinata. Hay veces que se falla y también debía reconocer que Seijo es un equipo muy fuerte.
Primero que nada, debía evaluarse a sí mismo. Y como ya había estado diciéndose a sí mismo desde que terminó el partido es que no fue nada útil para su equipo. Golpeó los azulejos al frente suyo. ¿Qué clase de capitán era? No ayudó en su partido...
¡Agh, el agua está helada!
Salió a colgarse una toalla alrededor de la cintura después de haberse secado. Unos bóxer, unos pantalones cortos y un camisa. Solo necesitaba eso para poder dormir. Bueno, aparte de las ganas de hacerlo.
Su celular sonó. No quería hablar con nadie pero vio el identificador de llamadas, el nombre de su compañero Suga.
-¿Aló?
-Daichi... -la voz de Suga sonó al otro lado del teléfono.
-¿Sí?
-Hola... etto... ¿estás bien?
-Sí, eso creo -soltó un suspiró. Comenzó a caminar de un lado al otro.
-¿Has comido?
-No.
-Deberías. Necesitas recuperar tu fuerza.
-¿Y para qué? Ya no podremos jugar de nuevo en Karasuno.
-¡Daichi...!
-Mañana quiero hablar contigo y con Asahi. Buenas noches.
Colgó antes de dejarlo hablar.
Se acostó y se mantuvo mirando el techo, repitiendo una y otra vez el partido. Hasta más tarde pudo dormir.
La mañana siguiente se sentía cansado. Se vistió con el uniforme y mientras lo hacía pensó que era cuestión de tiempo para que dejara de usar esa ropa. Ya era un estudiante de tercero a punto de ir a la universidad. Dejaría el club de voleibol e iría por un futuro. Tenía que pasar el examen de admisión y si lo conseguía estaría un paso más al frente... ¿hacía qué exactamente? Cuando le preguntarán sobre su estadía en el instituto, qué podría decir:
"Estuve en el club de voleibol... sí, yo era el capitán. En mi último año fuimos a un torneo pero no ganamos porque perdimos un partido contra Seijo"
Tsk. Ya le tocaría hacer eso. No podía hacer más.
Se fue a la escuela y entró a su salón de clases. Anduvo distraído la mayor parte del rato. Muchos le llamaban pero tocaba que repitieran su llamado para que Daichi depertara.
A la hora del descanso Daichi salió hacía las escaleras. Les había mandado un mensaje a sus compañeros de que ahí se encontrarían. No tuvo que esperar mucho. Tanto Suga como Asahi parecían igual de cansados que él.
-Estaba planeando dejar el equipo en los de segundo y primero. Ellos son lo suficientemente fuertes para llevar el club adelante en el torneo de primavera.
-Daichi -exclamó Suga-, ¿es realmente lo que quieres?
Apretó los labios y los puños. No... tal vez no lo era. Ese torneo era su oportunidad pero debían aprovechar el tiempo para planear...
-¡Yo me quedo! Si los demás me pidieran dejarlo, me lo pensaría. De lo contrario, estoy dentro -se cruzó de brazos.
Daichi miro a Suga. Esa pose y su expresión seria solo eran señal de que estaba completamente decidido. Su postura era totalmente derecha. Nadie podría quitarle la idea de la cabeza. Miró a Asahi, estaba también fijo en la idea de que no lo dejaría. ¿Y su opinión? Anoche con la cabeza nublada no le era posible pensar en otra opción más que dejarlo. Pero ahora gracias a sus amigos todo era más claro.
-¡No quiero dejarlo! ¡también quiero ir al torneo de primavera y seguir jugando voleibol con ustedes!
Sus palabras causaron una sonrisa en los tres. Oh, sí. Los cuervos emprenderían un nuevo vuelo. Y luego fue a darle aliento a todos los chicos. Es verdad, no podían atorarse. Eran fuertes y todos podrían mejorar a un más. Ese torneo sería suyo.
En la tarde al terminar el entrenamiento, Daichi se fue a casa con Suga.
-¿Quieres un helado?
-Sí... estaría bien.
En un tienda pararon y compraron una paleta doble que compartieron al comer cada uno una de las mitades. Por ahí caminando llegaron a un parque y sin siquiera hablarse, ambos siguieron allá y se sentaron en un banco.
-Gracias.
-¿Eh? -Suga lo miro. Tenía la paleta en su boca.
-Me aclaraste la mente hoy. Siempre lo haces pero hoy ha sido más importante. Estuve a punto de dejarlo, rendirme. Es increíble. Me avergüenzo de haberlo pensado.
Daichi lo volteo a mirar, haciendo que su miradas se encontraran. Esos ojos le hicieron sacudirse. Cuando se habían conocido sucedió lo mismo. Se entendían tan bien, como si se conocieran de toda la vida. Tenían sus mentes conectadas. Las miradas eran más expresivas que cualquier otra cosa.
-Pero me ayudaste.
-Es lo que hacen los amigos. Y sin nuestro capitán, el Karasuno no puede estar completo.
-No somos exactamente amigos.
-Tienes razón.
Daichi se acercó más al rosto de Suga hasta que finalmente junto sus labios. Cambió su helado de mano para poder tomar su rostro. Su mejilla era tan suave. Sus labils también. Tiernos y ligeros le correspondían el beso.
No fue necesario mucho tiempo para que ambos comprendieran que su relación no podía quedarse solo en una amistad. Daichi fue quien dio el primer pasó para ello. Fue incluso en una tarde similar a esa. Salían de entrenar el año pasado, compraron una paleta doble y la compartieron sentados en el mismo banco.
-Oye, Suga...
-¿Sí, Daichi?
-Yo... buen trabajo en el entrenamiento.
-Oh... gracias... tú también.
Wow, qué inicio tan estúpido. Tenía el momento perfecto para declararsele. El sol se estaba escondiendo dando un tono cálido a todo el ambiente. Las palabras se atoraron en su garganta.
-Suga...
Voltearon la cabeza al mismo tiempo para mirarse. Una exclamación muda se produjo en ambas bocas. Era impresionante esa sincronía.
-Tengo algo que decirte.
-Habla primero. Yo también tengo algo que decirte.
Daichi asintió.
-Sabes, el estar contigo en el club de voleibol ha sido una gran experiencia. Eres un gran jugador. De verdad que lo eres. Y una magnifica persona. De las mejores que he conocido. Y yo entonces...
-Tú también me gustas mucho, Daichi.
Le sonrió con tanta ternura y sus palabras tan cálidas le hicieron saber que era el destino el que estaba a su favor al haberlo puesto en su destino.
-Eres impresionante -sonrió y sin esperar, cumplió el deseo que tenía de besarlo.
Un año después habían cumplido un año de novios. Habían pasado por las duras y las maduras. Tenían un gran equipo y un torneo que ganar. Se separaron. El helado estaba un poco derretido pero no importaba.
-Te amo, Suga. Vamos por todos.
-Vamos, Daichi. Yo también te amo.
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Uno junto al otro (DaiSuga)
RandomUna simple historia de como estos dos toman la decisión de seguir depués de la derrota contra Seijo.