El Ultimo Baile

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Ya no recuerdo hace cuanto estoy en este maldito lugar, todo por culpa de mi débil cuerpo. ¿Hace cuánto no veo el cielo azul manchado por el blanco de las nubes? Ya ni recuerdo como se sentía el mar masajeando mis pies o el pasto cuando podía correr sobre él. Todo el día estoy acostada en estas camillas llevándome de un cuarto a otro por el capricho de una enfermedad que está destrozándome de a poco. He superado la esperanza de vida que me dieron al entrar a este hospital, si a esto se le puede llamar vida. ¿Cuántos compañeros de habitación habré tenido en todo este tiempo? Muy pocas personas logran volver del quinto piso, terapia intensiva, como yo, el cuarto piso, observación, ya es como mi hogar y es donde tuve a la mayoría de mis compañeros, es casi como ver un desfile de enfermos, un desfile que algún día quisiera dejar de ser parte. Ayer volví de una mis frecuentes visitas al segundo piso, estudios y demás, es casi una rutina, 5, 2 y 4, pero sin 3 ni 1. En el tercer piso están, por decirlo de alguna forma, los menos delicados, y en el primero están los que están a punto de irse de este lugar. Como anhelo ir a esos pisos para después irme de este maldito lugar, pero oí que voy a estar acá esperando el día de mi muerte y que lo único que podrían a hacer es darme un poco más de tiempo pero no entiendo para qué.

La recuerdo con tanto cariño, la mejor compañera de cuarto que tuve, la única que podía seguir mi ritmo. Recuerdo cuando volví de otra de mis visitas al quinto piso y la enfermera me dijo que a María le habían trasladado al tercer piso.

-Ya va a llegar el momento que vos también te vayas de acá –me decía sin saber que yo ya sabía mi destino.

-Es lo que más espero. No veo la hora de que me vaya de este hospital.

-Y vas a venir a visitarnos, supongo.

-Obvio, nunca me voy a olvidarme de vos Ester.

-me imaginaba –me dijo riéndose.

-Supongo que ahora voy a estar solo en la habitación.

-No precisamente...

-No me digas que me van a poner otra vieja rompe bolas.

-Qué mala que sos Viky.

-Bueno, pero es que no me bancaba más a María.

-Lo noté, pero por suerte en poco tiempo le van a dar el alta. Hable con algunas personas para que tu próxima compañera de habitación sea algo más "acorde" a tu ritmo como siempre nos reprochas.

Cuando llegamos a la habitación la vi por primera vez, una chica con una hermosa cabellera castaña claro que parecía de mi edad, pero ¿Por qué estaría acá ella? Ella al verme solo sonrió mostrando una dentadura perfecta.

-Me llamo Leila. ¿Y vos?

-Soy Victoria.

-Bueno chicas, las voy a dejar para que se conozcan. –dijo la enfermera mientras se retiraba.

Pasamos toda la tarde hablando, ella era un año menor que yo, teníamos gustos musicales muy parecidos y hasta a las dos amábamos el helado de chocolate amargo pero jamás tocamos el tema de porque estábamos allí hasta que llego la noche.

-Che, Viky... no puedo dormirme, los hospitales me dan mucho miedo a la noche

-¿Nunca dormiste en uno? Bueno, no puedo culparte; a mí también me costó al principio pero ya me acostumbre. Imagínate que la primera compañera que tuve fue una abuelita que estaba a un paso de quedar en terapia intensiva.

-¡Que feo! –dijo tapándose la cara con las manos.

-Más feo fue su destino.

-¿Vos por qué estas acá?

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⏰ Última actualización: Jan 07, 2016 ⏰

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