Nos mudamos.

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"Nos mudamos". Para muchos, momentos de crisis, para otros, de alivio. Yo fui de las primeras.

Dejar a mis amigos, mi puesto como presidenta de la clase, como chica popular, dejar de pelear con Katherine y sus superficiales amigas... Crisis total.

Amaba mi vida en la escuela, suena loco decir que incluso amaba las tareas y las clases, los profesores odiosos, los prefectos amargados y los olorosos baños.

Pensaba todo eso mientras iba dando vueltas por los pasillos de la escuela. Caminaba junto a mis mejores amigos, Diane, Olive y Bradley. Mi última vez en esta escuela. Mientras avanzaba, todos mis demás amigos se despedían de mí, diciendo cosas como "no te olvidaremos", "te extrañaré" o "siempre me gustaste". De acuerdo, ese último no lo decía, pero hubiese sido cool. También se despedían de mi chicos que no conocía, pero era una chica popular, de las agradables, cabe aclarar. Tal vez por eso mis amigos y yo éramos populares, porque éramos agradables. Después de despedirme de todos mis amigos y conocidos. Salí junto con Olive, mientras que Diane y Bradley, que se ofrecieron, cargaban las cosas de mi casillero.

Olive y yo caminamos hasta mi auto y, al subir, descubrí que estaba llena de regalos en la parte trasera, no pude evitar soltar algunas lágrimas.

-¿Te dejo en tu casa?- Le pregunté a Olive mientras limpiaba mis lágrimas.
-Claro que no, vamos a tu casa.

Conduje hasta mi próxima antigua casa y lloré más al entrar y ver a todos mis amigos de la secundaria gritando "sorpresa".

La mejor fiesta de despedida de todas.

Comencé a saludar a todos, algunos me abrazaban, otros me decían largos discursos. Incluso estaba Katherine y su aquelarre... Digo, sus amigas.

-Bien, no puedo negar que extrañaré ver tu horrible rostro por los pasillos, Maddie.
-¿Sabes? También te extrañaré, Regina George.
-Oye, que soy más linda que Rachel McAdams.
-No, no lo eres, pero gracias por venir, Katherine. Y a las chicas, se ven fantásticas hoy.

No es que fuera hipócrita, sus millones de dólares gastados en ropa y maquillaje valían la pena. Lástima que no hacían nada por su personalidad. Pero ya que me iría a otra ciudad, supongo que es bueno cerrar ciclos.

Iba a extrañar todo esto. Cuando todo mundo se fue, papá y mamá dijeron que dormirían en casa de la abuela, que estaba como a diez minutos. Salieron en el auto. Diane, Olive y yo subimos a mi (antigua) habitación y me ayudaron a empacar lo poco que quedaba, sólo algunas cosas personales y ropa. Nos sentamos en el centro de la habitación y las tres comenzamos a llorar. Muy cursis.



A la mañana siguiente, subimos todas las cosas a mi auto, las dejé en su casa y partí hacia la despedida más dura de todas: mi futuro ex-novio.

Bien, pensarán que soy una adolescente exagerada y dramática. Bueno, tenemos una historia algo complicada. 

Y no soy adolescente.

Nuestra bella historia (resumida) es como de película adolescente, desde niños nos conocíamos y cuando empezamos a salir con otras personas, nos dimos cuenta de que no queríamos estar con nadie más, pero siempre hay personas que se entrometen y... Bueno, nos conocimos a los cinco y cuando nos hicimos pareja oficial, todos dijeron que sabían que terminaríamos juntos y bla, bla, bla.

Lo amo demasiado, todas mis primeras veces fueron con él: mi primera cita, mi primer beso, mi primer baile, mi primera relación (no malinterpreten) oficial...

Estacioné el auto al llegar y suspiré mientras apretaba con fuerza el volante, no quería despedirme. Ya habíamos hablado, lo nuestro fue algo muy especial, pero ya habíamos cumplido nuestro tiempo juntos. Ya no era lo mismo, pero sabíamos que no podíamos estar sin el otro después de tantos años y aventuras. Seguiríamos siendo amigos, sabíamos que funcionaría. Lo haríamos funcionar.

Me bajé del auto y con una mano temblorosa, di unos golpecitos en la puerta. Abrió su hermana pequeña, Ashley.

Comenzó a llorar y luego me abrazó- Te voy a extrañar tanto, Maddie.

-Y yo a ti, enana- la abrazé de vuelta- ¿Dónde está Connor?

-Connie dijo que no saldría de su habitación, que si querías despedirte tendrías que ir hasta allá.

-¿Por qué no me extraña? Bien, el deber llama.

Entré y la señora Anderson me recibió con un fuerte abrazo, igual que el señor Anderson. Ambos soltaron lágrimas. -Siempre que necesites un techo, o unos segundos padres, cuenta con nosotros.

-Lo haré.

Subí a su habitación, abrí la puerta y me atacó con un abrazo. Muchos abrazos en un día.

-¿Qué será de mi sin ti?- Preguntó.

-Serás de nuevo aquel patético chico que dejaba que le robaran sus crayolas.

-¿Qué será de mi sin ti?- Repitió.

-Me harás falta.

-Y tú a mi.

-Te amo.

-Yo también.

Me solté de su abrazo y caminé hacia su cama, él fue hacia su armario y sacó una caja gigante, llegaba casi hasta mi cadera.

-¿Qué es esto?-. Lo miré confundida.

-Un pequeño regalo de despedida-. Respondió- Ábrelo en cuanto llegues a tu nueva casa.

Nos miramos a los ojos y nos dimos un último abrazo, mientras lágrimas rodaban por mis mejillas y él apretaba sus labios para no llorar. Me ayudó a cargar la caja hasta mi auto, me despedí por última vez de su familia y conduje hacia mi nueva casa.


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⏰ Última actualización: Jan 25, 2017 ⏰

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