3.El dulce desenlace

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A partir de aquella tarde, se dirigió todos los días a la calle Hortensia 22. Se las arreglaba a ir por la mañana, cuando sus padres se encontraban en el trabajo. Siempre que acababa la cita con su abuela. Sentía como si esa hora no hubiera sido suficiente, que quedaba mucho por conocer de ella. Quería una vida normalizada junto a ella. Una rutina, todo se convirtió en una rutina. El violento señor de bata, las paredes blancas, la luz deslumbrante... Se olvidó de los sentimientos vividos el primer día, cuando sentía miedo. Había veces que pasaban seis o siete horas juntas. Olvidándose del espacio y el tiempo.

Mas, a medida que pasaba rato con su abuela, tenía un sentimiento de ansiedad que la empujaba a ir todo el tiempo a la calle Hortensia. Se fue aislando lentamente de su familia, y amigos, solo quería estar con la imagen de Encarna. Eso es lo que era, una imagen. Michelle no se daba cuenta. Quería ir con todas sus ganas a verla. Hipnotizada por aquella imagen. Les decía a sus padres, extrañados, que iba a la biblioteca, o al parque con sus amigos. Y ellos, tan ingenuos como ella, le autorizaban ir.

Pasados dos años, Michelle estuvo, como es normal en aquel lugar esperando a la imagen de su difunta. Pero, esa tarde, no fue una imagen. Era su abuela de verdad. Se quedaron mucho tiempo en aquella sala de blancas paredes. Su abuela le condujo al exterior, dada de la mano. Michelle se dio cuenta de que ya no vivía. Pero no se lamentó. Por fin estaba con la Encarna de verdad. Y no la imagen que le habían otorgado en la calle Hortensia. Se dio cuenta de todo. Había ido cambiando horas con la falsa anciana por días de su vida. Había sido muy ingenua. La inocente niña por fin comprendió. Debía haber aceptado la muerte y haber dejado las cosas tal y como son. Había perdido tiempo con alguien que no existía. Cuando tenía esa extraña sensación de la pérdida de la noción del espacio y el tiempo, era porque le estaban robando años y años de su vida, hasta acabar completamente con ella. ¿Qué habría sido del hombre de la camisa roja? A Michelle no le importaba ya. Lo había conseguido. Se encontraba con su abuela de verdad. Que, junto a ella, pasó la eternidad feliz. Solo deseaba aferrarse a lo que le quedaba, ya que había perdido casi todo. Su vida.

-Mi vida.- Es lo que dijo cuando vio que dejaba atrás la ciudad, la calle Hortensia, su familia, sus amigos, su escuela... Y con ello, la sala de las paredes blancas.


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⏰ Last updated: Jan 09, 2016 ⏰

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La sala de las paredes blancasWhere stories live. Discover now