Capítulo 2

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Algo que Creta no se había imaginado era lo difícil que sería caminar entre el mar de personas que había en el aeropuerto; Sintiéndose repentinamente perdida se detuvo, provocando que algunas personas la vieran mal, pero eso no importaba. Debía buscar un cartel con su nombre. Los Synder debían haber mandado a alguien a recogerla, ¿no? Después de todo estaba especificado en el contrato.

"¿Se les habrá olvidado?" se cuestiona al no encontrar su nombre; Lo que no debía ser muy difícil tomando en cuenta que su nombre era único.

Su madre deseaba llamarla "Greta", pero alguna razón que no lograba comprender, la persona que la registró se equivocó y terminó poniéndole "Creta"; Si bien al inicio su madre se había molestado por el error, después de pensárselo bien, le gustó el nombre... Aunque no es que hubiesen podido hacer mucho.

Justo cuando empezaba a preocuparse ve llegar a un chico muy atractivo y de apariencia joven, que se coloca rápidamente a la par de las demás personas y levanta un cartel en donde ponía con una caligrafía hermosa "Creta Danvers".

Suspira con alivio.

Retomando el aire, se acerca al chico que a pesar de que venía tarde, no se veía en absoluto desordenado.

"Si tenía tiempo para ponerse ese apretado traje negro y arreglarse el cabello, bien tenía tiempo para no venir tarde" piensa con irritación Creta mientras se dirige hacia el rubio. "Miren ese semblante serio, como si no hubiese llegado tarde y fuese responsable"

Quizás el chico sintió su resentimiento, porque rápidamente volvió la mirada celeste hacia ella. Creta esperaba que él sonriera por educación, después de todo era obvio que se dirigía hacia él. No lo hizo.

"No hay nada de bueno en que sea atractivo con esa personalidad terrible"

—Buenos días, señorita Danvers —saluda haciendo una reverencia—. Yo me encargaré de llevarla a la casa de los Snyder.

Creta se planteó no responderle, pero a pesar de que sus acciones le parecían groseras, sus palabras eran educadas y no valía la pena pelear porque él no le había sonreído. Tragando un resoplido decidió contestar amablemente.

—Gracias.

Se arrepintió de haber dicho algo, el atractivo desconocido solamente asintió y empezó a caminar. Sin decir nada más.

Deseaba no seguirlo.

Deseaba quedarse plantada en el piso del aeropuerto haciendo berrinche porque no le habían enviado a alguien agradable, pero no tenía el derecho; No importaba cuánto dinero se le iba a pagar, seguía siendo una sirvienta. No tenían la obligación de tratarla bien. Ella no tenía el derecho de reclamar.

Aun así, le molestaba que ese hombre caminara increíblemente rápido. Estaba haciendo todo su esfuerzo por mantenerse al ritmo de esos pasos agigantados que daba el rubio.

Le dolían los pies.

—Disculpe —enserio esperaba que su voz no se escuchara tan irritada como se sentía—, ¿puede caminar más lento?

—Lo siento, no me percaté que iba muy rápido.

Su disculpa parecía genuina al igual que su sorpresa, tal parecía que no lo estaba haciendo a propósito y quizás no era más que despistado.

—No, yo camino lento —ofrece ella. Siendo ignorada.

Bien, ser ignorada y el silencio mortal entre ambos la estaba empezando a molestar.

—¿Puedo saber su nombre?

—Claro, me llamo Stevens Collins. Un gusto conocerla, señorita Danvers.

Amor con Diferencia Social  [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora