Alone

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Aquí otra cosa que escribí hace eras y que tal vez no es tan bueno, ni nada, pero tenía que corregirlo porque me gustaba mucho.

Lo escribí a las rápidas y gané un concurso con él... Vencí a mi, en ese entonces, autora favorita en él... Y sigo sin entender por qué... Pero aún así

Disfruten un lindo RanMasa, paraje problemática que fue olvidada gracias a Galaxy.

Estúpido Galaxy...

Disclaimer: Inazuma Eleven no me pertenece, porque bueno, Masaki hubiera tenido más desarrollo.

Vamos, tenía mucho para sacar.

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Probablemente había sido a más allá de la mitad del camino cuando empezó a correr... Estaba de alguna manera ansioso, y sólo si llegaba a su casa, en su habitación, sólo así, podría calmar esa ansiedad. No, no era ninguna necesidad de ese tipo, mal pensados, más bien, le había dado su número cierto chico de coletas rosadas. Abrió la puerta principal muy rápido y sin voltear a ver a sus "padres" empezó a subir las escaleras con prisa.

– Ya llegué. Me fue bien. No, no sé nada sobre el entrenador. No tengo hambre. Haré la tarea.– Habiendo contestado todas las preguntas diarias, se metió a su habitación dando un portazo. Ambos adultos se quedaron perplejos, pero conociendo al pequeño oji dorado, era mejor no molestarlo por un rato.

Tiro la mochila, el uniforme y con una ropa holgada por el estresante calor tomo su celular de color cyan soltando un gran suspiro. Su sonrisa, de oreja a oreja, era difícilmente ignorada por cualquiera, por eso hizo todo lo posible por "huir del colegio". Pataleó un poco y se acostó en su cama viendo el número y la fotografía con detenimiento. El rostro nervioso del oji azul por cómo se lo había tomado el más pequeño, lo decía todo, una gota corriendo por su cien, y Shindou algo confundido en el fondo. Simplemente perfecto.

– ¿Y...– ahora qué? Tenía que mandarle algo, según el... pero no se le ocurría una buena razón. ¿La tarea? Iban en diferentes grados, ¿Los entrenamientos? Nah, seguro lo mandaría a preguntarle a Shindou... Hump.... – ¡Tiene que haber lógica!– se reprochó en un susurro recorriendo con las yemas de los dedos las teclas. Hum...

"Quiero pastel de Fresas..."

No... ese era el mensaje más estúpido que se le podía ocurrir. Golpeo su frente con el aparato... preguntándose ahora por qué no había pensado más en un tema de conversación antes de correr como idiota. Dispuesto a borrarlo, desbloqueó el celular... viendo que un pequeño "enviado" le remarcaba... que era un tarado.

"Dile a Midorikawa–san que te haga"

Le llegó inmediatamente antes de que se le pasara por la cabeza el saltar por la ventana... Al parecer Kirino ya se había acostumbrado a sus oraciones sin sentido cada vez que estaban juntos, bueno... ya llevaban prácticamente 6 meses saliendo, cómo no iba a ser.

"Bleh, no tengo ganas... Mejor hazme tú y yo lo como mañana."

Había que seguir el juego como si no lo hubiera enviado por error. Esperó al menos un minuto y como la respuesta no llegaba dejó el celular en la cama. Dio algunas vueltas por el cuarto, dando pasos grandes y juguetones. Su relación a pesar de ser extraña era amena... Sí, lo golpeaba, lo insultaba, y el otro le respondía con lo mismo. Se jodían la existencia una y otra vez, desde leves indirectas, hasta un escándalo en los vestidores, todos ya se lo tomaban como una cosa de todos los días. Sin embargo, cuando la cancha se encontraba lejos y los demás no le veían era bastante meloso, cariñoso, tierno, sumiso... Como si quisiera a propósito no mostrar su verdadero yo enamorado de su superior. Aunque claro, también le lanzaba algunas indirectas en esos momentos, de vez en cuando, según él, para no perder la costumbre.

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