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Iba caminando lentamente hacia la puerta para irme al colegio, llevaba mi mochila, el desayuno -era sólo un yogurth bebible- mis llaves, la cartera, los cigarrillos y el móvil. Me tenía que dar prisa porque era la entrega de proyectos para la calificación final, había trabajado mucho y no me podía permitir llegar tarde.

Tome el primer taxi que pasó, no me fije mucho en el conductor; subí y le dije que me llevara al metro, era más rápido ir subterraneamente que por otro medio.

Ibas jugando con las llaves dentro de tu bolsillo, no sabías si lo que retumbaba en tu estómago era hambre o nerviosismo, de cualquier forma llevaste la mirada hacía el retrovisor y sonreiste al ver una niña, ¡¿una niña?!. Estabas sólo en aquel taxi, era imposible, mirabas por el rabillo del ojo a tu lado y volviste a mirar el retrovisor... Ahí estaba, viendote directamente y señalando algo, giraste para ver que era...

Dejé de jugar las llaves en el bolsillo al ver que el taxista casi atropella a una anciana que cruzaba sin ninguna preocupación la avenida, frenó sin previo aviso y termine con la cara embarrada en el asiento de enfrente. Poco después llegamos al metro, sentí que iba tarde así que apresure el paso y por alguna divinidad estaba un tren, me apresure a bajar las escaleras y entre justo cuando las puertas se estaban cerrando.

El vagón estaba muy poco poblado, por cada asiento ocupado había 3 vacíos, decidiste que te sentarias en donde estuviese más sólo, cerrabas los ojos tranquilamente cuándo unos deditos te tomaron la mano. Sonreiste por la sensación y esperabas que fuera alguien pidiendo dinero, pero no, era aquella niña sonriendote ampliamente con una mirada maligna, esa sonrisa te hacía sentir desesperación, abriste y cerraste los ojos esperando que ya no estuviese parada frente a ti, seguía sonriendo y uno de sus deditos señalaba una maleta, desenganchaste la mirada para voltear a ver dicho objeto...

Había un señor con un portafolio muy antiguo, lo deduje porqué era de piel y tenía el logo de la familia en el broche, "ROMO" , era el apellido, eso supuse; faltaban 3 estaciones para llegar, tenía ansiedad y los nervios no paraban, quería llegar ya. Miraba las lámparas bajo la tierra con las que se guiaba el tren, algunas blancas y otras azules. Dos estaciones, sólo dos.

La niña se reflejaba en el cristal de la ventana al frente, la visualizaste sentada a tu lado, los escalofríos recorrieron tu espalda y su pequeña mano se deslizó por tu entrepierna, estabas inmóvil, la niña que al principio tenía unos 4 años ahora parecía de 7, te miraba con lujuria en los ojos y volvió a señalar la maleta...

Una estación, tenía frío y el tipo del portafolio me veía muy raro, decidí no prestarle atención y ponerme los audífonos a un volumen algo alto para que no pudiese oir el ruido del subterráneo.

El tren se acercaba al andén y me levanté un poco antes de que hiciera parada, la mayoría de la gente bajó en esa estación, me pareció muy raro pero era temprano, no le tome importancia, seguía llevando buen tiempo. Abrieron las puertas y dejé pasar a un par de viejecillas, estaba de buen humor, el tren cerró sus puertas e iba a caminar cuando escuche algo

¡AAAAAAAAAAAAAAAAAH! Definitvamente el grito más aterrador que he escuchado en la vida.
¿eso era una niña? Pero no hay nadie! ¿por qué nadie voltea? ¿Sólo lo escuché yo? Dios! Ojalá no haya pasado nada.

Viste a la niña al pie de las escaleras..

ArlethA4

EsquizofreniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora