Maldita el día que te concí, me dejaste apabullante, sin palabras.
Tenía fuerzas para no dejarte entrar en mi vida, pero tu con tus palabras y razonamientos me convenciste que era lo mejor que me podía pasar. Sólo sin dar explicaciones a nadie. Buen plan.
Sin poder evitarlo fuiste invadiendo mi intimidad, mi forma de ser, mis metas, mis aspiraciones;me transformarse en un ser que no me reconozco ni yo.
¿Quién la quiere? La quiere aquél que no tiene con quién pasear,hablar o compartir una buena comida.
Esa es la verdadera cara, la auténtica soledad. Maldita sea el día que te conocí.