Capítulo I La primera pesadilla

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Cada noche antes de dormir solía mirar al cielo, sentir como si la luna me llamara y mientras mis ojos se cerraban lentamente su imagen se desvanecía frente a mí, abriendo el camino a mis sueños. Pero esa noche me mostro una faceta completamente diferente, el plateado resplandor de cada noche tenía un tono rosa. Fue la primera noche que mis sueños cambiaron, veía un laberinto de árboles en el cual me encontraba perdida era maravilloso, mientras una voz empezaba a cantar, era tan sublime escucharla, decidí seguir la voz, tal vez encontraría la salida. Mientras recorría el laberinto en lugar de encontrar un camino sentía como me alejaba más, como el bosque me atrapaba, mientras más caminaba con dirección a la voz más me distanciaba de ella era incoherente ¿Cómo podía estar lejos de ese canto, si quien me guía?

Llegue al medio de aquel laberinto infinito, los viejos y maltrechos arboles causaban un escalofrío de miedo en mí, no es que sea asustadiza, pero tenían un aura lúgubre. Para mi sorpresa encontré un pequeño estanque alimentado solo por una vertiente tan bella y clara que contrastaba con lo tenebroso del bosque miré mi reflejo extrañada, no era yo, mi rostro era el mismo pero mis ojos mi cabello e incluso mi piel cambiaron. Percibí que alguien me observaba, ¿cómo no me di cuenta antes? el canto había cesado, solo se escuchaba el viento.

No podía dejar de ver mi reflejo, todo el asunto me perturbaba, sentía que ese ser que me veía a lo lejos se acercaba. El viento empezó a soplar, una última rafa me obligó a cerrar los ojos, cegada por ella escuche nuevamente su voz, pero no a la distancia sino justo a mi lado. El viento ceso de la misma abrupta manera en la cual inicio, al intentar abrir los ojos solo vi la silueta de una mujer quien al notar que mi corta ceguera acababa giro a verme y gritó estrepitosamente, consiguiendo despertarme. Completamente aterrada en mi cama, con la última imagen de aquella mujer en mi mente.
Ese rostro desfigurado lleno de sufrimiento y pena ¿quién era esa mujer?. Cuando finalmente lograba conciliar el sueño, volvía a verla inmediatamente al cerrar mis ojos su figura se presentaba. Al entrar los primeros rayos de sol caí en la realidad. La pesadilla no era lo peor del día, mi primer día de clases en la universidad si lo era. Algo dentro de mí me pedía destacar ser notada por todos, pero en el fondo sabía que no podría con esa presión, prefería ser sutil, no decepcionar a nadie.
Una vez lista me dirigí a mi lugar de suplicio, con mi hermosa suerte llegué tarde, era tanto mi deseo por pasar desapercibida y ocurriría todo lo contrario todos me verían entrar. ¡Y no! Mi presentimiento no estaba errado, ni bien entre al aula todas las miradas, todos los ojos se dirigían a mí. El docente, quien al parecer solo deseaba aumentar mi dolor, me pidió con mucha cortesía que me presentará y le contara a la clase sobre mí, el castigo por ser la última en llegar pensé, mis labios no podían ni deseaban articular palabras, con mucha dificultad lo logre.

-''Buenos días mi nombre es Natalia tengo 17 años"- A penas logré decir eso sentía las miradas acusadoras de cada persona en el lugar. El docente con amabilidad me pedía tomar asiento. Todo termino pensé, por fin nadie me vería estarían atentos a la clase, junto a mí no había nadie, me ahorraba el sentir extrañeza o incomodidad, pero claro mi dicha no duro tanto, a los pocos minutos alguien llegó. Todos la veíamos esa chica pelirroja con sonrisa de revista. No me mal entiendan no sentía celos o envidia, solo sorpresa quizás algo de curiosidad.

Al igual que a mí, el docente le pidió presentarse, a diferencia mía su reacción fue de agrado. -"Hola a todos! Mi nombre es Katerina tengo 18 años me encanta el frio y busco pasión dentro de cada pequeña actividad que realizo."-

Todos la veían extasiados como hablaba y sentía en las mujeres una mezcla de envidia e ira. Terminada su pequeña presentación, se le pidió sentarse, el único lugar disponible era a mi lado. Pensaba en mi mente lo celosos que debían estar los chicos al notarlo, cuantos seguramente la querían a junto a ellos, sus miradas me lo confirmaban, mientras se acomodaba mi lado algo de ella irradiaba energía, cuando me saludó en lugar de sentirme tímida, como usualmente pasaría, estaba impulsada a hablarle, casi como si no pudiera contenerme, la clase transcurrió muy rápido con sus comentarios y su simple presencia. Al finalizar la clase se dirigió a mí, me preguntó.

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⏰ Última actualización: Mar 29, 2020 ⏰

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