Hora 1
Evangeline se sentó en uno de los elegantes sillones de la sala. Hacia una hora había terminado el entierro de su esposo y estaba cansada de fingir. La gente se acercaba a ella con buenas intenciones para darles sus condolencias, cuando una de las mujeres la abrazo en señal de confortación tuvo que evitar el gesto de dolor tras una sonrisa falsa. Aun le dolía el ultimo regalo que el bastardo le había dejado dos días atrás antes de matarse. La gente se limitó a darle la mano y a entender que ella se sentía cansada y entristecida. Aunque la verdad era que estaba fastidiada y a la vez aliviada. Solo tenía que dejar pasar el tiempo para que esta gente se fuera de una vez y allí seria libre. Por fin seria libre.
