-LA CARTA QUE NUNCA LLEGÓ-

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~LA CARTA QUE NUNCA LLEGÓ~

Aclaraciones Previas: Esta historia es una secuela de mi anterior historia "Amigas", en la cual me centro a narrar la vida de Greslyn después de haberse separado de Daren. Debo agregar que lo narraré como historias cortas, a decir verdad como si fuera el Diario Íntimo de Greslyn.

Sin más que agrega espero que sea de su agrado y más que nada comprendan los sentimientos de Greslyn hacia Daren.

23 de Septiembre

Hace dos días comenzó la primavera a decir verdad nunca me emociono en estas fechas, y ahora tampoco es la excepción, sin embargo, Enelda, una chica de lentes con tez medio clara, cabello negro con rulos, muchos rulos, quién era mi superior en la universidad y amiga, me vino a visitar a mi casa.

Aún recuerdo cuando la conocí, estaba tan deprimida por lo que pasó con Daren que no quería hablar con nadie, en fin sentía que nadie me comprendería a fin de cuentas, por lo que trataba de seguir con mis cosas ignorando a los demás pero ella apareció y al poco tiempo sentí que podía confiar en ella, Enelda es cinco años mayor que yo, por lo que tiene mucha más experiencia, aunque a decir verdad ella es bastante reservada me llevó tiempo hacer que abra un poco su corazón y compartiera alguna de sus cosas conmigo. Cuando más adelante me enteré que ella estaba pasando por la misma situación que yo, me sentí bastante desconsiderada y a la vez egoísta haciendo que ella escuche todas mis quejas y forjando a que me aconseje.

―Me sentí una mocosa malcriada y mimada que buscaba quien la consolara.―

El pensar aquello me recordó a lo que Daren me había dicho antes de marcharse y consideré que quizás no estaba equivocada.

―Oye, Greslyn ¿Me estás escuchando si quiera? ― me cuestionó la de lentes, la cual estaba sentada en mi cama a la par mía.

― S-sí, lo siento, por un momento me distraje― reí un poco para disimular y romper la tensión.

― Está bien, pero vine porque la última vez que vine todo esto era un desastre y como supuse sigue igual― la verdad era como una hermana mayor en cada oportunidad me sermoneaba pero siempre tenía las palabras precisas para mí, creo que la admiro.

―ah... es que hace casi un año que nadie viene a mi casa, tú eres una de las primeras en tiempo―

―Antes solo venía Daren ¿No es así?― a veces no tenía nada de tacto y era bastante directa como ahora a lo que solo pude responder asintiendo la cabeza, ya que no se equivocaba.

―Bueno empecemos a ordenar― dijo de la nada empezando por mis revistas y ropa que estaba dispersas por toda la habitación. Ordenar todo nos tomó como toda la tarde pero en medio de eso pudimos charlar de todo un poco, a decir verdad ordenar nunca fue tan divertido.

―Enelda, ya es tarde, creo que deberías ir yendo ya solo queda esa caja que debo revisar que tiene adentro y nada más.― la mayor se negó a irse pero insistí hasta que aceptó.

Creo que si no hubiera insistido como lo hice, hoy me estaría lamentando o quizás no, quién sabe...

Acompañé a Enelda hasta la entrada donde nos despedimos, como siempre ella acarició mi cabellera y se marchó.

―tch, siempre me trata como una niña... más bien parece que se está despidiendo de un cachorro cuando hace eso― me decía a mi misma mientras volvía a introducirme a la casa. Una vez adentro me acerqué a la caja sobrante, la verdad no recordaba del todo que es lo que había guardado allí pero a primera vista parecía que era importante porque estaba bien cuidada.

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