Cuarenta y nueve

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Eloy estaba de pie, junto a una máquina tragaperras, le temblaban las rodillas y pensaba que en cualquier momento iba a desfallecer.

Tenía la sensación de que algo se le olvidaba y no fue hasta que una chica entró en el local que se aventuró de lo sucedido.

Las rosas.

¿Cómo había podido olvidarse de las rosas?
¿Se suponía que con eso debía reconocerle?
Estaba tan nervioso.

Corrió al baño y extendió su teléfono.
Era hora de hacer una llamada salvavidas.

Llamando a Lucas...

-Tío, ¿Ya te ha dado plantón?

-Las rosas.

-¿Te ha tirado las rosas a la cara? ¿Pero cómo eres capaz de cagarla tanto? Espera, no me respondas a eso.

-¡Quieres callarte! Me he olvidado las rosas.

-¡Vaya! ¡Pensé que era algo más grave!

-Vale tío, hazme un favor y sirveme de algo por una vez en tu vida.

-¡Me rompes el corazón!

-Traeme las rosas.

-¿Qué? Ni de coña. Si te parece te las llevo y luego me das un besito de agradecimiento.

-¿¡Y tú te consideras mi mejor amigo!?

-Eso me lo consideras tú.

-Anda por favor...

-Esta bien... Pero más te vale que tenga una amiga, hermana o algo porqué de lo contrario morirás.

-Te amo.

-Si cariño, yo también.

Ambos han finalizado la llamada.

***

NO, NO SE ENCONTRARÁ CON LUCAS JAJAJAJA

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