Inspiro de ese humo que entra por mi boca, siento como el papel, color tabaco, que lo envuelve me toca los labios y crea una adrenalina mayor, ya que, el sabor es nuevo y amargo.
Cojo el cigarrillo con el dedo índice y corazón de mi boca y lo sacudo dejando las colillas escapar por el retretre. Espiro el humo y aplasto el cigarro hasta apagar la pequeña llama que se formó, tiro de la cadena y salgo.
A estas horas, todos están en clase, el desierto que se forma por todo el edificio es fascinante y para mi, es un gran alivio poder desestresarme a estas horas tan tempranas.
Me miro al espejo y localizo las ojeras que se han formado en mi cara, el cabello desordenado suelto y la camisa abierta unos botones más de lo permitido.
Me miro por última vez y salgo del lugar, cogiendo de la mochila un chicle de menta para eliminar el olor. Camino solitaria por los pasillos para llegar al aula, porque en menos de dos minutos sonará.
El eco de mis pasos se hace profundo, como una canción lenta a media noche, o el chasquido de la lengua contra el interior de la boca de negación, así como las pisadas lentas y misteriosas de un secuestrador que se encuentra junto a la víctima apoyado. Es todo una red.
Una mano febril e insistente me atrapa, me giro para ver su origen pero cuando ya lo hago me doy cuenta de que estoy encerrada en un aula junto a el.
Lo miro con una expresión interrogativa y hago ademán de hablar, pero una de sus manos me lo impide presionando levemente y con dulzura mis labios.
Espero a que diga algo, mientras nuestra cercanía se hace mayor, mi respiración empieza a desenfrenarse. Ver su rostro me recuerda a lo sucedido en un pasado, no me favorece por lo tanto no quiero mirar más los ojos caoba.
De repente me coge de la barbilla con su mano izquierda, es un acto inmediato y brusco, me busca con la mirada mientras miro al suelo.
- Katrina…- Me ha llamado Katrina, oh.- ¿Has fumado?
Su pregunta me deja atónica y aunque no quiera algo hace que me sobresalte internamente y lo mire a los ojos, ahora aguanta una dureza extrema y pierde el color.
Miro en un reflejo el chicle que aún sostengo entre mis dedos, mi aliento ha debido delatarme. Mierda.
- Eso no es bueno Katrina, eres demasiado joven para hacerlo, además es dañino.- Mi imaginación es asquerosamente vil porque hace que imagine que este ser me tira levemente hacia la pared y su cuerpo se queda en frente mía a apenas unos centímetros.- Tus dientes caerán con el paso del tiempo.- se excede a decir, mirándome a la boca la cual cierro para esconderlos.- Tus labios…- se fija en el contorno de estos y se muerde el labio inferior.- Ya no tendrán la misma textura, forma y carmesí habitual.
Me mira ahora divertido a los ojos y ríe mientras se le ruborizan las mejillas, terriblemente sexy.
- Además ha de considerar que tu aliento, cambiará. El fresón y aroma caramelizada junto con la canela desaparecerá para en ellos habitar la negrura del humo.- Habla con total tranquilidad con un toque de volumen monótono.- Y eso lo hará más amargo.
El ruido de la campana sonar hace que me sobresalte y a Bianche apartar de mi lado. Se queda tal cual lo dejé, mientras ahora con una pose sensual contra la pared se muestra.
Lo miro espantada y consigo recuperar la cordura junto con el habla.
- Pero…¿ que coño te pasa?- Abro los ojos atónita mientras recojo la mochila que se me había caído de los hombros mientras él me mira divertido.
- Se llama Morfina pequeña.- Dice en apenas un susurro saliendo de la puerta