Remanente

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NA: Nuevo one-shot, señores. Es hora de algo de Perla y Steven. No, no hay shipping, por el momento. Ya veré luego si puedo armarme un fic que tenga que ver con eso.

*****

Un día. Habían pasado apenas 24 horas desde que Rose había renunciado a su propio ser para traer a esa... cosa al mundo.

- Grah... - Perla dejó salir un leve gruñido mientras sostenía firmemente el trapeador. Allá afuera tenía lugar un atardecer hermoso, cuya luz acariciaba gentilmente los exteriores del templo de cristal, aunque eso era irrelevante ahora mismo.

Ella no lograba explicárselo, y tras una innumerable cantidad de veces de haberle dado vueltas al asunto, comenzaba a sentirse enferma. Ni siquiera sabía que una gema podía sentirse así hasta entonces, o quizá solo era una ilusión de su propio subconsciente. Estúpida humanización, efecto secundario de haber vivido tan cerca de los humanos desde que las Gemas de Cristal se instalasen en lo que actualmente es la bahía de Ciudad Playa, allá cuando su líder aún estaba con ellas. Esos viejos, buenos tiempos, sin terrícolas entrometiéndose de forma irritante en sus vidas.

O al menos, no como ahora con Greg. El susodicho humano venía a verlas a menudo puesto que el recién nacido se estaba quedando con las demás gemas unos días, mientras el hombre veía dónde instalarlo después.

En cuanto al pequeño... remanente de Rose, era algo cuya misma existencia era difícil de explicar. ¿Cómo se supone que una gema, un ser inorgánico por definición y naturaleza, haya podido realizar un proceso concebible únicamente para seres orgánicos? Replicar a la perfección los complicados mecanismos de la reproducción humana ha de ser una proeza que la pálida gema le reconocería por siempre, aunque no comprendiese por qué tuvo que dejarle su gema. O quizá, en realidad simplemente no quería aceptarlo. ¿No podía Rose simplemente dar a luz a un humano común y corriente para después, quién sabe, presumirlo o algo por el estilo? Porque Perla en su lugar lo habría hecho así. No todos los días una gema logra proyectar una forma física tan perfecta como para ser compatible con especies orgánicas. ¿Qué rayos era lo que Rose pretendía hacer con todo esto? ¿Acaso le había ocultado algo a Perla antes de marcharse?

No, eso era inconcebible. De todas las gemas que había conocido, Perla era la más confiable de todas. Su confidente, de hecho. La única que le guardaba sus mayores secretos, por superficiales u oscuros que estos pudieran ser.

Y luego está, nuevamente, Greg. ¿Cómo pudo Rose, de entre todos los seres existentes y por existir en el universo, fijarse en alguien como él, alguien mediocre incluso para los estándares de su propia especie? ¿Cómo pudo rebajarse tanto? ¿Por qué lo eligió a él?

- ¿Por qué no me elegiste a mí? - dijo en un susurro.

Perla la acompañó desde el comienzo. Rose fue su propósito, su destino. Perla literalmente dio su existencia por la suya, más allá de haber sido una simple gema de servicio. La gema de cuarzo le enseñó lo que era la libertad, lo que significaba ser dueña de su propia existencia y responsable de sus acciones. Tener una vida. Y entonces la pequeña gema decidió seguir a su lado, dedicarle esa vida que le había regalado, compartirla con su salvadora.

Pero todo eso "importó un comino", valga la expresión terrestre, cuando conoció a Greg. En tan solo unos años, esos dos se convirtieron en un par de tortolitos embobados el uno con el otro. ¿Quién se lo hubiera imaginado? Bueno, no esta gema.

Perla jamás tuvo la oportunidad de confesarle a Rose sus sentimientos hacia ella. Quizá porque nunca logró reunir el valor suficiente para ello, o porque nunca logró estar completamente segura de la naturaleza de sus sentimientos. Sea cual haya sido la razón de su fracaso, ya no importaba.

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