Instagram (Sammy Wilk) #2

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Me encontraba en el departamento que compartía con Taylor, no vivíamos juntos, pero a veces se quedaba a dormir o pasábamos una semana juntos.

Estábamos viendo una película, yo estaba arrecostada encima de Taylor con mi cabeza apoyada en su pecho mientras él acariciaba mi cabello.

Sentí vibrar mi celular y me arrecoste de espaldas a Taylor para ver y responder.

Sammy:

Los chicos y yo iremos mañana a la playa 😃 también van chicas, tranquila 😄 Kylie, Kendall, Madison y Fiore.

Sonreí al ver el mensaje y me puse a responderlo pero antes de enviarlo sentí como mi celular se iba de mis manos literalmente. Taylor me lo había arrebatado y se levantó haciéndome a un lado.

—¿Samuel? ¿En serio?. —dijo algo furioso y estresado.

—Cálmate. —me levanté para acercarme a él.

—¡Primero las cosas que suben juntos!. ¡Pasan mucho tiempo juntos! ¿¡Según tu no sienten nada!?.—lanzó el celular con fuerza al suelo haciendo que se destrozara por completo.

—¡Cálmate y deja de gritarme!.—me acerqué a él y me pegó una bofetada haciendo que cayera al suelo.

Sentí como las lágrimas salían de mis ojos sin parar. Nadie me había puesto una mano encima en toda mi vida, ni mi madre. La rabio dominó mi cuerpo entero, el estrés y el pánico en cuestión de segundos.

Taylor arrepentido se acercó a mi a levantarme mientras repetía "perdón" sin parar, casi llorando.

—¡No me toques!.—lo empuje con fuerza y me levanté por mi cuenta.

Me dirigí con furia hacia la puerta.

—¿A donde vas?.—me persiguió—Perdón, en serio—trató de detenerme en la puerta.

La abrí y me puse a un lado de ella para darle espacio—¡Vete ya mismo!.

—Pero...—se acercó a mi, un intento fallido, ya que lo alejé.

—¡Me tocas y llamo la policía!—mostré rechazo—. ¡Vete ya mismo!.—insistí señalando hacia afuera.

Se devolvió a la sala de estar por su bolso y sus cosas. Salió sin decir ni una sola palabra. Al dejarlo salir por completo, cerré la puerta de inmediato y me apoyé a ella mientras lloraba sin parar.

Volví a la sala de estar con un dolor irritante en mi mejilla, agarre hielo y lo puse en las misma.

Agarré el teléfono fijo de la casa. Marqué el número de Samuel que tenía en un papel junto al resto de números importantes. Decidí llamarlo a él, ya que era el que vivía más cerca de donde yo estaba.

—Hola, ¿Quien habla?.—escuché la voz dormida de Samuel.

—Soy Brook.—respondí reteniendo el llanto.

—¿Brook? ¿Por qué llamas tan tarde? Son las...—hubo un silencio—...12 de la mañana.

—Lo sé, perdón si te desperté—intenté que no se escuchara mi voz debilitada por el llanto—. Esto va a ser raro pero...—dudé en decirlo—...te necesito.

—¿Qué pasó?—su voz se volvió más atenta y menos ronca por venir despertando—. ¿Lloraste?.

—¿Puedes venir?.—me rompí en llanto.

—Claro, claro, voy para allá. Llego en unos veinte minutos—respondió más agitado y cortó la llamada.

En esos veinte minutos, escuché el timbre. Primero vi por la ventana para asegurarme que no era Taylor; al notar que era Samuel, decidí abrir y dejarle pasar.

—¿Qué te pasó?.—se fue encima mío a abrazarme. Cuando se separó se quedó viendo fijamente mi mejilla, decidí mover a un lado la cara para esconder lo roja que está estaba—¿Te golpeó?—se separó de mi algo enojado—. Le romperé la madre a ese hijo de...—lo interrumpí.

—Sí, —respondí a su pregunta—no entiendo. Se enojó y me golpeó.—dije con la mirada baja—Pero tranquilo ya lo saqué...

—En serio le romperé la madre a ese imbécil—al ver mi cara de despreocupación por la situación y algo de miedo con su actitud, decidió calmarse—Me calmaré...—se sentó a mi lado del sofá.

—Tranquilo.—apoyé mi cabeza en su hombro—Me alegra que estés conmigo.

—Me alegra que me llamarás—sonrió—. Necesito abrazarte.—abrió sus brazos y se lanzó encima mío a abrazarme.

Se acercó a besar mi mejilla, pero yo moví mi cara para que me besara mis labios. Me sentí estúpida cuando él se separó de mi.

—Me besaste.—dijo serio y sorprendido.

—Perdón, no sé que pensé. Tal vez fue por todo lo...—me volvió a besar y luego sonrió al separarse de mi—Está mejor cuando lo espero.

—Puedes quedarte.—reí.

—Ok. Pero este sofá es muy pequeño ¿No tienes un colchón o algo así?.

—Los dos podemos dormir en mi cama.—reí y el sonrió pícaro.

—Bien por mi.—guiñó un ojo.

—Hablo en serio...a DORMIR.—reí y él besó mi nariz con ternura.