Disclaimer: Toda referencia al Universo Harry Potter es propiedad de Mrs. Rowling.
Es de noche, me he aventurado a venir a este lugar porque me han hablado de ritos extraños y personajes oscuros que se reúnen en este lugar, a esto debo sumarle un deseo personal de venganza.
La antigua Catedral de Santiago de Managua, abandonada luego de que el terremoto que asoló la capital nicaragüense en la madrugada del 23 de diciembre de 1972. Mi innata e insana curiosidad me ha traído a un lugar que puede ser peligroso para mí. Vestida para la ocasión, de ropas oscuras y tenis para hacer mi avance de la forma más sigilosa posible; equipada con linterna, cámara fotográfica, grabadora, una pequeña pistola Colt calibre 22 y una pistola de descargas por seguridad. Ubicada en el antiguo centro de la capital, cerca de la ribera del lago Xolotlán, de noche sólo ves las escuadras de policías y soldados que custodian los edificios históricos y que reprenden las hordas de vándalos y callejeros que pululan en los atrios de los edificios y los varios parques y plazas del lugar.
Llego, caminando entre las sombras y con cuidado a uno de los laterales del edificio; es un templo de estilo neoclásico, con una fachada parecida a la de de la Iglesia de Saint-Sulpice de París, Francia . Me siento mucho más pequeña de lo que soy al lado de la fantasmagórica construcción, que a pesar de su restauración, luce tétrica en medio de la noche sin luna que elegí para hacer mi incursión.
La Torre Sur, consagrada a San Pablo, marca en las paralizadas esferas de su reloj, la hora funesta del primer sismo del terremoto que condenó la construcción al olvido; la misma hora que esta noche marca el reloj en mi muñeca derecha: 00:35 a.m.
Se preguntarán que hace una chica clase mediera, de contextura más bien pequeña en un lugar como ese, y a esas horas; donde sólo podría encontrar a un delincuente o peor aún a alguno de los perros rabiosos ocultos tras un "honorable" uniforme militar; bien, como dije antes, la curiosidad y una fascinación enfermiza por lo oculto y lo prohibido hizo que me decidiera a presentarme en ese lugar. En mi trabajo como asesora en una institución que trata de reinsertar en la sociedad a antiguos vagabundos y prostitutas; escuché a una de las mujeres rescatadas de ese submundo hablar acerca de lo que ella vio y vivió a finales de la década de los 90, cuando pernoctaba en ese lugar.
La charla no era conmigo, pero, llámenme metiche, el relato de la mujer atrajo mi atención; y acto seguido la encerré en mi oficina; y libreta en mano la interrogué. Digo la interrogué porque desconozco cuál sería mi expresión, pero la mujer salió 40 minutos después con expresión horrorizada, diciendo: "señorita quiere tratar con seres oscuros y diabólicos" "no soy responsable, no sabe en lo que se está metiendo" y no volvió nunca más por las oficinas; unos días después, el cuerpo de una mujer de unos 35 años fue encontrado destrozado en las riberas del lago; había sido torturada hasta la muerte, marcado en su cuerpo a fuego, se leía la palabra: TRAIDORA. Los estudios forenses confirmaron lo que sospechamos todos en la oficina, era la mujer que se hacía llamar "Anette", jamás supimos su verdadero nombre; supuestamente era originaria del Caribe Norte de mi país; había sido niña de la calle, adicta y prostituta; sobrevivió a eso, pero no a los secretos que ese día me reveló. Aún desconozco el cómo supieron, ella y yo estábamos solas en mi oficina, cuando me contó con lujo de detalles bajo la intensa presión ejercida por mí; interrogadora entrenada y experta en técnicas de manipulación psicológica, todo lo que había experimentado durante aproximadamente cinco años.
Me habló de un hombre misterioso que contrató sus servicios cuando aún se dedicaba al antiguo oficio; y me dio detalles aterradores de una logia de pervertidos que usaron su cuerpo de formas inimaginables; tenía 17 años en ese entonces; después de cada sesión, era llevada a una casa de la que nunca supo la ubicación, donde sus lesiones eran curadas por personal al que nunca le vio el rostro. Al único que conoció fue al líder, a ese hombre misterioso que la contactó, y a quien por accidente le vio el rostro. Me contaba que este hombre y todos los demás (alrededor de veinte personas, entre hombres y mujeres) iban siempre ocultos tras máscaras metálicas de color plateado, hermosas, pero siniestras.
Un día de tantos, accidental o intencionadamente, el líder dejó caer su máscara. No llegó a describírmelo, sólo me dijo que tenía una cicatriz en el pómulo derecho.
Según supe, luego de reconocer el cuerpo de mi amiga, y de hacer las interminables diligencias ante las autoridades; Anette había fallecido unas 10 horas después de nuestra entrevista, y había sido encontrada exactamente 24 horas después que abandonara despavorida mi oficina.
Esa era justamente la razón por la que estaba ahí; sabía que era el lugar dónde debía iniciar mi búsqueda. Mi misión: encontrar a los asesinos de Anette. Sabía que las autoridades para empezar no creerían en mi versión; y para continuar no harían nada; cosa que confirmé plenamente cuando vi estacionar cuatro vehículos de lujo no muy lejos del lugar dónde me ocultaba. Pude distinguir a un hombre, no podía ver sus facciones, y conversaba con el que por sus grados era el jefe de la guardia que cuidaba el lugar; se dieron las manos y las rejas que protegen el vetusto edificio se abrieron. De los vehículos bajaron varias personas, unas quince talvez; todas cerradas de negro y ocultando sus rostros; entraron en el lugar y no supe nada más. Traté de fotografiar a la distancia a tan peculiar comitiva, pero mi cámara no logró captar nada, solo un resplandor intenso, como un reflector muy fuerte, a pesar de la oscuridad de la noche.
Esperé por horas, hasta que a eso de las 3:45 de la madrugada, salieron tan sigilosos como entraron. El líder se despidió del jefe de guardias; y pude distinguir a la distancia como le entregaba un buen puñado de billetes.
Me retiré del lugar, y abordé mi vehículo oculto entre unos arbustos, y fui hasta mi oficina a esperar el amanecer.
A las 8 en punto de la mañana salí sin decir nada a nadie; sólo en mi diario estaba escrito todo el relato de lo hablado con Anette, y de lo visto esa madrugada. Pasé a una tienda de artículos electrónicos y compré una grabadora; en su testimonio, la mujer me habló de invocaciones, espíritus y cosas paranormales que sucedían en esas reuniones; si era cierto, algo debía haber en el ambiente.
Tal como pensé, a estas horas estaba abierto al público; entré y caminé por la nave central hasta el antiguo altar mayor; encendí la grabadora, y circulé entorno a la vieja estructura de piedra; ahí casi imperceptibles en el suelo habían marcas de ceniza; como si alguien hubiera quemado inciensos; y rastros de cera donde obviamente hubieron velas. Si algo llamó poderosamente mi atención fue el color particular de las cenizas: cuatro colores; totalmente atípico, dado que casi cualquier cuerpo quemado produce cenizas grises; estas eran rojas, amarillas, azules y verdes. Las removí con cuidado, debajo de cada una había pintado en el suelo un animal: un león, un tejón, un águila y una serpiente. En la piedra del altar, se veían marcas pardas, notoriamente sangre que había sido limpiada, aunque no en su totalidad. La grabadora seguía registrando los sonidos del ambiente, si nada pasaba ahí, solamente se escucharía el sonido de mis pasos; quien sabe.
Abrí mi bolso y saqué la grabadora adicional, una con sensor de movimientos; me había costado un poco cara, pero valdría la pena, o es esperaba. Volvería luego, para ver que lograba captar. Apagué el aparato que portaba y salí de ahí.
Llegando a mi auto, el celular sonó. Un número oculto, contesté; me advertían no buscar lo que no había perdido, se notaba que la voz había sido alterada digitalmente. El susto del momento hizo que el teléfono resbalara de mis manos y se hiciera pedazos contra el pavimento, abordé y salí a toda velocidad del lugar.
Reinicié la grabación y di play, lo que escuché provocó un escalofrío que me recorrió la espina dorsal, aceleró mis pulsaciones y me hizo sudar frío. Años de trabajo con personas rescatadas de las más grandes miserias humanas; y el entrenamiento recibido para interrogar y separar la verdad de la ficción en cada declaración recepcionada me han endurecido lo suficiente como para no estremecer ante cualquier cosa, pero esto; superaba mis fuerzas.
Al llegar a mi trabajo estaba pálida como un fantasma; el teléfono en mi escritorio sonó, haciéndome sobresaltar, era mi madre, preguntando por qué no había ido a dormir a casa, estaba molesta; le di una explicación tonta, que no sé si me creyó y corté la comunicación. Dos segundos después, el aparato volvió a repicar, pensé que era mi madre, pero no fue así, la misma voz de la otra vez, ya no era una advertencia; era una notificación: "estas dentro del círculo", "una vez que entras no sales nunca más", "espera instrucciones".
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¿MORTÍFAGOS EN LA CATEDRAL?
FanfictionEste escrito fue preparado para un proyecto denominado V-Fic "La Historia Oculta del Fanfiction"; un vídeo que recopila relatos de distintas partes del mundo para la celebración de Halloween del año 2015. Varios relatos de distintos autores que c...