black crow on a tombstone - satyricon

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Mi nombre es Sam, mi edad es algo que no te incumbe y no me dedico a nada en específico, lo que estoy apunto de contarte es algo personal y que me ha traído muchos problemas, Jon se llamaba mi mejor amigo, el desapareció hace un buen tiempo ya, era una noche fría, había llovido muy fuerte y nos encontrábamos jugando videojuegos, ya teníamos 3 botellas de alcohol vacías en el suelo, nos estábamos quedando dormidos así que fuimos a enpolvarnos la nariz, luego de aspirar un par de líneas que nos patearon el cerebro con fuerza, quedamos como nuevos.

Jon: oye maricon ¿Qué quieres hacer? Estoy muy aburrido -dijo mientras se frotaba las manos ansiosamente-

Sam: no se, podemos jugar a este juego -le dije mientras tomaba un juego de la mesa en la cual aparecía un tipo con un hacha ensangrentada en la mano y varios zombies detrás-

Jon: la verdad es que no quiero seguir jugando, ¿Qué te parece una película de terror? Ayer compre varias.

Vimos una película cuyo título no recuerdo, pero es aquel tipo de películas de mierda donde todos se van de fiesta y aparece un asesino que los va eliminando uno a uno, mucho Gore y muchos clichés para asustar, que no surtieron efecto en nosotros, faltando unos 20 minutos para que la película acabará Jon se levantó del sofá molesto y apago el reproductor

Jon: -volteo a verme con una sonrisa entre sarcasmo y decepción, como quien busca no ofender a un familiar cuando te dan un regalo de mierda en Navidad- esa película es una porquería ¿Quién Coño puede asustarse con algo así?

Sam: la verdad es que no se -dije sin mucho interés, me levanté para recoger mis cosas y largarme, ya quería irme a mi casa-.

Cuando ya estaba saliendo vi que el venía detrás de mi también, se había colocado los zapatos y se estaba arreglando la chaqueta para evitar el frío, lo mire fijamente, como diciendo, no hace falta que me acompañes, pero el simplemente me hizo a un lado y con un tintinear de llaves abrió la puerta, pensé que la droga me mantendría despierto toda la noche, pero la verdad es que desde que me había levantado del sofá me había comenzado a sentir algo mareado, vomite entre unos arbustos al salir de la casa, sentía la nariz que me ardía, como si alguien me hubiese pescado con un anzuelo entre ambos orificios nasales, Jon estaba extraño, no había pronunciado palabra alguna desde que salimos de la casa.

Sam: amigo de verdad que no hace falta que me acompañes, luego tendrás que hacer el recorrido sólo, de vuelta y es posible que vuelva a llover otra vez -le dije algo irritado, no estaba muy preocupado, era sólo que su actitud estaba comenzando a irritarme -.

Jon: estoy aburrido te dije, quiero hacer algo que valga la pena, algo interesante, ¿ Por qué no vamos al cementerio? - sus ojos brillaron por un segundo, iba a decirle que no, pero recordé que había tenido problemas con su novia últimamente y aquello tal vez era un grito desesperado por unos minutos más de compañía -

Saqué un cigarro de la caja, dándole vuelta y golpeando con el índice la parte inferior, como haciendo tiempo para pensar si aquello de verdad valía la pena, al final me dije ¿Porque no?.

Sam: vamos, pero luego no quiero que andes asustado como el puto que eres.

Emprendimos la marcha mientras el a mis espaldas hablaba en voz alta y mencionaba todas las cualidades por las cuales el era más hombre que yo y tenía un miembro de mayor tamaño, el cementerio quedaba a solo 10 minutos a pie, Jon seguía riéndose solo de sus chistes y de varias situaciones imaginarias en las cuales yo me ofrecía sexualmente a los hombres por un poco de efectivo.

El frío de la noche castigaba mi rostro, el humo del cigarrillo era lo único que me daba consuelo en una noche como esa, habían intervalos de tiempo muy grandes entre los cuales pasaban los vehículos, pudimos ver a una pareja que caminaba en zig zag que pasó junto a nosotros, nos vieron de reojo y luego el hombre le susurró algo al oído a la mujer que la hizo estallar en carcajadas justo a nuestras espaldas, aquello me molestó, pero antes de que pudiéramos hacer comentarios al respecto ya nos encontrábamos frente al cementerio, debo admitir que cuando vi la pequeña ciudad de nombres que habían quedado para el recuerdo, deseé haber estado en mi cama acostado haciéndome una paja viendo alguna página porno, pero en vez de eso estaba entrando en un lugar solitario donde hacia mucho frío y había un silencio hostil que le pondría los pelos de punta hasta al más escéptico.

La Maldición del CuervoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora