veías sonrisas con alcohol en la curva sesenta y uno con sus lineas amarillas.
y tu fetiches, tu historias mal contada de cigarrillos.
¿que hacías con tus lagrimas de cobre y sueños de otoño?
miradas penetrantes y tu locura detrás de ladrillos.
eras un desastre, pero no eras hermoso ni mucho menos un huracán.
destrozabas a todos, pero no hacías daño a nadie.
y aún así seguías durmiendo con vidrios rotos.
y un par de cuchillas en tu mesa de noche.
¿seguías comparándote con las rubias alta con ojos oscuros?