1 (unica parte)

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      Ochenta. Un número que puede significar muchas cosas, en mi caso, una edad. Una edad que hace de tu vida un simple paseo o todo un viaje. Un día en el que no haces nada y ves la tele, o el día más largo de tu vida. Parece que fue ayer cuando un dieciséis de mayo nació una chica pelirroja de ojos oscuros llamada Allison que luego llego a su madurez, que encontró el amor y sin darse cuenta formó la familia que nunca esperó. Pero no, ayer solo fue otro día más, una historia nueva que contar, una nueva página que añadir a mi gran libro de recuerdos.

Me gustaría decir que mi vida fue la de un cuento de hadas pero no fue así. Todo empezó desde el día en el que nací, solo era un bebe de ojos grandes y llenos de vida y esperanzas, ojos que daban alegría al mundo. Durante cinco magníficos años yo fui feliz como cualquier niña. Tenía un hermano con el que jugaba, unos padres que me querían, un hogar en el que ser feliz... Pero todo cambió cuando un día desmaye y perdí el conocimiento. Desde hacía tiempo no comía y si comía lo vomitaba, llegue a coger un miedo terrible a los alimentos, así cada vez quedándome con menos energías para seguir con mi vida a delante.

Estuve durante casi tres meses ingresada en el hospital. Ahí es dónde conocí a Lucía, una chica de ojos verdes como el césped y una sonrisa que iluminaría una ciudad entera. Me gustaría saber de qué color era su pelo, pero nunca lo llegue a saber. Lucía no tenía pelo, según ella decía que era porque tenía cáncer. En ese entonces pensaba que el cáncer era un problema de crecimiento del pelo, que ingenua era. Hasta que días antes de salir del hospital ocurrió lo que menos me esperaba. Un veintisiete de marzo aquellos ojos verdes se volvieron negros, aquella sonrisa iluminadora se apagó. Ella murió. Era joven, demasiado joven para morir, Lucía solo tenía ocho años y murió de una manera muy cruel. Ella no merecía aquel destino. Ese día entendí cuando decían  que las personas eramos como flores de un gran jardín y que las flores más bellas son las primeras que se arrancan. Ella era la más bella flor.

Esa misma semana salí del hospital, por primera vez en mucho tiempo sentía la brisa primaveral, notaba como los rayos de sol penetraban en mi piel. Por primera vez en días notaba un hormigueo de felicidad y libertad, parecía que había vuelto a nacer. Con el paso de los años mi vida fue mejorando, volvía a ser todo como antes de entrar en el hospital. Muchas veces recordaba a Lucía y las risas y sueños que compartimos. Sueños que nunca llegaron a cumplirse.

En el colegio conocí a la chica más loca y genial que he conocido. Su nombre era María y desde el primer día que nos vimos no nos hemos vuelto a separar. Todo era perfecto, demasiado bonito para ser verdad. Días antes de mi décimo cumple años, mi madre sufrió un accidente de coche y murió en el acto. Durante años me eché la culpa de la muerte de mi madre, porque ese día ella fue a comprar mi regalo de cumple años, regalo que nunca me llegó a entregar por su cuenta. Mi padre me tuvo que llevar durante dos años a un psicólogo infantil. La psicóloga era una mujer preciosa, tan preciosa que mi padre y ella empezaron a salir y años después se casaron.

Al llegar al instituto podría decir que todo cambió, pero no fue así. Era la misma rutina de siempre, como la del colegio. Ir a clases, estudiar, quedar con María y estar con mi hermano mayor Javier y mi hermana pequeña Lily. Hasta mis diecisiete años todo fue lo mismo, pero alguien lo cambió todo sin darme cuenta. Ese todo era un chico de ojos azules y pelo oscuro llamado David.

Éramos tan diferentes que llegábamos a ser iguales. Él era el verano mientras que yo era el invierno, él era el bombón más dulce y rico que jamás he probado yo era como una sopa sin sal, sosa. Sin embargo éramos como dos piezas de puzle con formas diferentes y distintos dibujos pero que encajaban a la perfección. A su lado notaba como las pesadillas se desvanecían y se sustituían por sueños. Pero, aun así, el miedo seguía ahí, todo lo que amaba se desvanecía de mis manos por eso intenté alejarlo de mi pero él seguía acercándose sin importar el hecho de que le pudiera suceder algo.

<<Me arriesgaré si así puedo estar a tu lado.>>

Así fue, pasaron los años y a pesar de todos los problemas que el destino iba poniendo de por medio el seguía a mi lado. Cuando terminamos la Universidad ambos encontramos trabajo, nos casamos y formamos nuestra propia. Tal vez mi vida no empezó de una manera muy bonita, tal vez mi historia no es un cuento de hadas ni tampoco es perfecta pero ninguna historia lo es.

No, ayer no fue el día en el que nací, ni en el que crecí, ni tampoco en el que me casé. Ayer fue el día del funeral de David, el día que una gran parte de mi vida fue desgarrada de mi alma. Sabía que nuestras vidas no durarían para siempre, que algún día nos iríamos de este lugar llamado mundo. Parece que ha durado muy poco, pero me puse a recordar todo y de alguna manera caí en cuenta que no había sido tan poco el tiempo que en realidad era un infinito, es ahí cuando me di cuenta de que ayer si fue el día más largo de mi vida.

Algunas veces me gustaría saber que me depara el futuro para estar preparada para lo que me venga encima pero ¿qué sentido tendría la vida? sería como comprarte un libro y leer la última página, toda la magia y las ganas de vivir se irían. Ahora tras ochenta años lo entiendo todo, nosotros solo somos marionetas en este mundo y el destino es quien nos maneja.


EL día mas largo de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora