Primera Parte

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Tengo las manos congeladas. Mis botas rechinan en el suelo mojado, probablemente mañana amanecerán completamente estropeadas, pero no me importa, sigo corriendo.

La ropa que traigo puesta está empapada. Me paro un segundo, ato mi cabello en una cola de caballo y sigo corriendo.

La lluvia es cada vez es más fuerte. El tráfico incrementa por esto mismo, la gente esta desesperada por llegar a sus casas lo antes posible. No puedo sentir mis pasos, pero me da la impresión de que voy mucho más rápido que todas estas personas impacientes, y sigo corriendo.

El cielo está negro. Los truenos retumban en mis oídos pero casi no lo escucho, estoy demasiado concentrada y lo único que puedo oír es mi respiración agitada. Sigo corriendo.

Cada vez estoy más cerca.

Tres semanas antes...

—¡No puede ser! —Oigo gritar a Rachel desde el fondo de la sala.

Yo río al oír su expresión y sigo concentrada en la película. Unos minutos después, Rachel regresa.

—Isa, lo siento –Dice al sentarse a mi lado. Yo la miro confusa y ella ríe ante mi expresión. —Me acaba de hablar Paul, dice que tiene una crisis y necesita que vaya a su casa ahora mismo. —continúa.
—¿La crisis que tiene es meterte en tus pantalones? —pregunto sarcásticamente.
—¡No seas vulgar! —responde con una risa —Pero algo así, sus padres acaban de irse de viaje de trabajo de último momento, ¡Tiene casa sola!

Rachel se para y después se arrodilla frente a mí, mirándome suplicante.

—Te prometo que haremos la noche de películas otro día, por favor...
—Está bien —suspiro rodando los ojos. Rachel se lanza contra mí dándome un fuerte abrazo.
—¡Gracias, gracias, gracias! 

Yo sigo viendo la película, pero cinco minutos después de que Rachel se va, me paro y me dirijo hacia la cocina. Las palomitas de maíz siguen sobre la mesa. Yo me recargo en esta y como unas pocas algo deprimida.

Me siento sola en esta noche de viernes, no conozco a casi nadie en esta ciudad y mi única y mi mejor amiga está en casa de su novio haciendo cosas que no me incumben, así que decido salir y caminar un rato en la calle.

Está anocheciendo y muchas luces de los edificios están apagadas, otras están prendidas y se alcanzan a ver las personas viviendo gratamente en sus departamentos. No puedo evitar sentirme más sola.

Después de caminar unos diez minutos, mi mirada es distraída por una pequeña cafetería que se encuentra en la esquina de la calle. Muero de hambre y traigo un poco de dinero, así que decido entrar.

Está sola, excepto por un hombre que esta sentado hasta el fondo. No puedo mirar su rostro, ya que trae un gorro y está agachado mirando hacia abajo. Lo ignoro y me dirijo a la caja.

—Buenas noches, ¿que le puedo servir? —pregunta cordialmente una mujer detrás del aparador.
—Un panqué de chocolate y un café capuchino, por favor.

Después de pagar me siento en un sillón delante de una mesa. El hombre levanta el rostro y al verme deja ver una pequeña sonrisa, después se quita el sombrero. Es guapísimo. No parece más de cinco años mayor que yo, tiene el cabello rubio y los ojos más claros que jamás había visto. Pero no es su buen parecer lo que me llama la atención, si no su extraño parecido con alguien que alguna vez conocí, pero aún así, no tengo idea de quien es.

Cuando menos me doy cuenta, el misterioso muchacho se sienta en frente de mí y sonríe.

—¿Isa? —suspira mirándome detenidamente. Mi corazón comienza a latir fuertemente al oír mi nombre.
—¿Te conozco? —pregunto con la voz entre cortada. Él se acerca y toma mi mano, yo rápidamente la quito y me paro.
—Tranquila —dice suavemente —Tu no me conoces, pero al parecer yo te conozco a ti.
—¿De qué hablas? —el ríe, se ve confuso por lo que él mismo esta diciendo.
—No lo sé, pero extrañamente siento que te conozco... —acerca su mano a mi rostro y lo acaricia suavemente —Y eres hermosa.

Yesterday -Justin Bieber #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora