Capitulo 8: Miedos a Flote.

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- Desde hace tres días te he estado buscando - susurro inaudible al verla ahí sentada, mirando el vacío, mirando a la nada... El se mantenía de pie, con las manos en los bolsillos de su pantalón rojo, con un nudo en la garganta que no se pudo quitar desde la última noche en que la vio. Nunca podría explicarse que fue lo que vio, tal vez ella tampoco podía explicárselo...

Al no escuchar palabras salir de los labios de ella, opto por sentarse a su lado, en el lugar donde la conoció por primera vez. Ninguno de los dos dijo nada. Se quedaron en silencio, las hojas del árbol en donde estaban se movían frágilmente, entonando un suave susurro junto con el viento. Parecía que ninguno de los dos quería tocar el tema, por un momento Thomas sintió que no estaba actuando por la maldita apuesta, sino por su propia convicción.

- Así que... todas las veces Ámbar, Amy y Riza se referían a eso ¿cierto? - volvió a decir Thomas. No esperaba una respuesta concreta, ni siquiera esperaba a que le respondiera hasta que escucho unos leves gemidos provenir de ella. Los reconoció, jamás olvidaría un llanto así, que guarda tanto sufrimiento en un solo cuerpo.

- Tu... tu no entiendes... - volvió a contener el llanto en un gemido.

- Si tu me lo explicas lo entenderé... - contesto rápidamente. Le daba una enorme curiosidad por saber por que hizo eso, porque se había inducido el vomito, ¿Por qué lo hacia? Al parecer ella no tenía muchas ganas de explicárselo.

- ¿Desde cuando lo haces? - pregunto nuevamente.

- Desde que tengo 12 años... - confeso tímidamente y con la mirada mas perdida que nada. A Thomas le daba una enorme rabia, no sabia de donde surgía pero le daban ganas de cruzarles algunas verdades a sus padres. Sin embargo no podía, había una apuesta de por medio con la cual podía perderlo todo.

- ¿Tu hermano sabe que lo haces? - pregunto nuevamente y ella solo negó moviendo la cabeza. Nuevamente quedaron en silencio y sintieron como el viento gélido rozaba su rostro, ambos sabían que el invierno ya estaba por llegar y que las clases estaban por concluir en esa misma semana.

- Solo lo sabes tú... y Vector... me descubrió hace mucho tiempo... - acomodo una tira de su cabello por detrás de su oreja y miro al suelo. Balanceo sus piernas, estaba asustada ante cual seria la reacción de Thomas en ese momento. Sin embargo, el castaño la miro y simplemente se molesto consigo mismo, se sentía asqueado y fastidiado y la ira por escuchar el nombre de Vector le surgía por el pecho, haciendo que sus sienes palpitaran.

- ¿Por qué lo haces Rio? - dio otro misil. Ella se quedo pasmada, nadie se lo había preguntado jamás, ni siquiera ella misma... Lo miro directo a los ojos, sabia que el estaba interesado por saberlo pero ella no sabia que contestarle. Ese siempre había sido su problema. Tenia de nuevo esas enormes ganas de llorar sobre el pecho de Thomas como en aquella ocasión, desahogarse con alguien que la sintiera hacer mejor. Las lágrimas volvieron hacia su rostro y nuevamente esos gemidos ahogados perturbaron la tranquilidad.

- ¿Por qué... porque yo no puedo ser como ellas? - pregunto entre llanto viendo a lo lejos. Thomas se estaba metiendo en terreno que no era de el, pero siempre había sido un terco que no pensaba las cosas dos veces y esta vez averiguaría el porque de su secreto.

- ¿Cómo quienes exactamente? - el tono de voz de el era serio y solemne.

- ¡Míralas Thomas! - Levanto la voz - Yo no puedo compararme con ellas, yo solo tengo 14 años... y se supone que estoy aquí porque debo de ser igual que ellas ¡pero no puedo! -

- Rio... - susurro Thomas al verla reaccionar de esa forma.

- Yo... yo... - el llanto no la dejaba hablar muy bien - Ellas son chicas que todos quieren, que adoran y que se morirían por estar con ellas... ¡y yo solo soy una basura! ¡Nunca podre llegar a ser como alguien así, con toda esa perfección! ¿Qué debo de hacer para llegar a ser lo que mis padres quieren? ¿Qué debo de hacer para merecer un abrazo? - rompió en llanto y se abrazo a si misma, ahogando las lágrimas en su pecho, temblando como siempre había vivido: con miedo.

Quédate ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora