Despertar (I)

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Elena tocaba en la orquesta de su escuela de música como cada martes. Ese día su violín sonaba mal, emitía chirridos de vez en cuando (cosa extraña en ella), debido a que estaba más nerviosa de lo habitual. Miguel, el chico que ella tanto quería, estaba al otro lado, con el clarinete en los labios, esos labios carnosos estaban húmedos, y sus ojos marrón oscuro cerrados debido a su fogosa interpretación musical.

Al terminar el ensayo, respiro profundamente y se dispuso a guardar el violín en su funda cuando Miguel vino:

-¿Te gustaría ir a dar una vuelta conmigo? Hay una cosa que quiero enseñarte.-Dijo Miguel, agarrando suavemente la mano de Elena, y ella, sonrojada aceptó. Llevaban ya tres meses saliendo pero, a pesar de ese tiempo ella aún quedaba embrujada por ese chico. Cuando él la miraba, ella se sonrojaba. Cuando él la tocaba, su corazón latía con fuerza y cuando él la besaba, su alma ardía.

Caminaron unos diez minutos sobre la luna cogidos de la mano. Hablaron del ensayo y de el repertorio que estaban interpretando para el concierto del mes siguiente. Ella lo observaba con atención, fijamente en su rostro como si no lo hubiese visto nunca y debiese recordar cada facción de su cara. Era típico de ella mirarle de ese modo, ya que para ella, él era la cosa mas fascinante del universo entero.

Miguel se paró, delante de una casa abandonada, la cual estaba rodeada de un aura que a ella no le gustaba nada en absoluto. Pudo ver una pequeña ventana, a un metro de altura del suelo aproximadamente la cual estaba entreabierta.

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