Me voy a poner sincera, la ocasión lo merece, o quizá sea el tiempo que me aprieta, yo que sé.
Pero no aprendo, no me curo, sólo tapo y te dejo a un lado.
Sé pues, que nada es para siempre, que todo dura un rato, que lo que viene, va, y que las cosas, por mucho que no queramos, siempre se acaban. Ya habréis oído eso de nacen, crecen, se reproducen y mueren, pues así con todo. Aunque también existe la excepción que confirma la regla y yo vengo siendo experta en excepciones, ojo con eso.
Entonces podría decir que hay personas que se atrincheran, y yo me quejo en voz alta y a la baja le rezo para que vuelvan, aunque sea otro rato.
Me voy a poner sincera, y quizá no sea tan adulta, o en el fondo no quiera serlo.
Puede que odie la rutina, pero no pueda vivir sin estructurar cada segundo de mi propio caos.
A lo mejor me hago la dura, a lo mejor no todo pinta tan rosa, seguramente le eche demasiado valor a las cosas y me haya tatuado la sonrisa de oreja a oreja, pero quien sabe mirar reconoce cualquier mentira piadosa.
Quizá el tiempo no corra tan deprisa, y sea yo la que quiera ir por delante, para engañar a quien quiera que me siga, o por esa manía mía de quitar las piedras para que otros no se tropiecen.
Me voy a poner sincera, hoy empieza otro día y ya llevo dos horas corriendo para llegar a todo, y no me gusta, pero prefiero dormir cinco minutos más y luego quejarme.
Me voy a poner sincera, y quizá a veces no lo sea tanto, pero hoy me he levantado tonta y aquí teneis el resultado.