Uno.

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—Ten, quizá esto ayude a que te sientas mejor—le dediqué una sonrisa calida. No era novedad intentar ayudar, la novedad sería que lo lograra en el intento.

El chiquillo dudo un poco, pero termino aceptando el pequeño presente. Era un simple chocolate el cual no tenía las mínimas intensiones de lastimar.

Tres chicos se acercaron a ver la situación hasta que un integrante de ellos habló.

—Cuidado pequeño, yo no comería eso si fuese tú—el chico rió—No querría morir en el intento de consumirlo.

La gente empezó a observarme con muecas de confusión e indignación, gente que no tiene la mínima idea de que ocurre y que tampoco tiene el derecho de descalificar sin razón aparente.

—¿A que se refieren?—la voz del menor se hizo audible.

—Patrick Darling—los chismosos cumplieron su trabajo y los ignorantes testigos gritaron con furia "Asesina"

El pequeño huyó mientras que yo me sentí aislada nuevamente. Estaré marcada por siempre y a la vez jamás podré mejorar mi imagen así.

Día tras día término siendo juzgada por mis acciones. Fenómeno de muchos u ignorada por otros.

Por ahora no me afecta lo que piensen los demás, ignoro la gran mayoría de comentarios sin fundamento, al igual que puedo defenderme. Sin mas no siempre fue así. Inestabilidad fue mi segundo nombre, me dejé influenciar varias veces, pero todo cambio cuando la muerte de mi padre se presentó. Fue asesinado brutalmente cumpliendo un noble trabajo. Hice una promesa con mi padre, una promesa con un alguacil en ese entonces. Constaba en ayudar a quien necesitace ayuda mientras el no estaba. Una promesa simple ¿no? pues la había tomado con total responsabilidad. Desde entonces tuve más control de mi misma, me mantuve fuerte, tenía que hacerlo si quería ayudar a los demás.

Volví a mi casa cual tenía una vista fuera de lo común, un asilo mental abandonado. Crecí escuchando miles de historias de aquel lugar, muy fantasiosas a mi parecer aunque mas que alguna me hizo dudar sobre su ficción.

—Buenas tardes, a cualquiera que este allí—Se que es raro, pero últimamente dudaba de mi soledad. Era una manera de perder el miedo, era un juego en el cual mi mente confundía los sentimientos de temor u cosas relacionadas al miedo.

Subí al ático en donde se situaba mi habitación. Era un fantástico lugar, espacioso, rústico y silencioso, sin dejar atras una mejor vista de aquel misterioso asilo. Mi fascinación con aquella institución era bastante, en especial en las noches tormentosas, el lugar lucia más tétrico de lo normal.

Trepé al techo de mi hogar para contemplar el esperado atardecer, sin compañía. Tengo a mi madre, pero nuestra relación simplemente se debilitó a medida que crecía.

En instantes como éstos es agradable reflexionar en como estuvo el día, las cosas que hice y como me sentí realizándolas. Ya era una rutina.

Al finalizar el atardecer, baje dispuesta a ducharme. Cogí una toalla de mi habitación y me dirigí al baño. No podía abrir la puerta y eso me afligió puesto que estaba sola a mi parecer.

—¿Mamá?

No hubo respuesta, así que asumí que no se encontraba en casa.

—...¿Papá?—Se que no recibiría respuesta alguna, pero aún no asumo que el ya no está aquí. Es como si su presencia permaneciese, como si una parte de el estuviese aún aquí.

Escuché un ruido proveniente de mi habitación, del ático. Un ruido el cual lo estaba provocando el movimiento de algún mueble a mi parecer.

Al no encontrar otra salida, decidida llamé a mi madre por teléfono y ella no tardo en responder. Pregunté el porqué se encontraba en mi habitación y porqué causaba tanto ruido. Estaba algo molesta ya que aquel lugar era mi único espacio privado y estaba siendo interrumpido por ella, quien ni dirigirme la palabra sin estremecerse podía lograr. Su respuesta provoco un miedo el cual no podía describir... Ella no se encontraba en casa, es más, mamá hace dos días que se encontraba en un viaje de negocios según me informó.

Los ruidos cesaron, la cerradura termino por ceder y la puerta se abrió dejándome expuesta a un sombrío y oscuro pasillo el cual llevaba directamente a aquella rústica y peligrosa escalera. Le dictaminé a mi madre que se quedase en linea conmigo.

—!Hyori, baja!—quedé boquiabierta—la cena esta lista...

El cuerpo de mi supuesta madre estaba allí, sentada y esperando a que bajase.

De mi teléfono se escuchó una voz femenina, ya que la llamada anterior no la finalicé. Mi nombre se escucho repetitivamente, al parecer mi madre se escuchaba igual de asustada que yo. Miré por todas partes y la presencia de aquella mujer quien me llamó a cenar y la cual creí que era mi madre, se acercó.

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⏰ Última actualización: Jul 07, 2016 ⏰

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