Un silencio ensordecedor.

Parte 1 Sin Título

El abuelo ya no está, se ha ido, pero quedó su silencio que es ese ruido que ya no oyes, que esperas oír o ver, pero son reacciones del cerebro a causa de una costumbre.

Está el ruido de su voz al contar alguna de sus fantásticas historias, chistes, anécdotas y consejos que tal vez nuestros padres no nos darían, pero él si se tomó la atribución de enseñarnos... "si una persona critica demasiado es porque no encontró quien lo calle"... y ahi estaba nuestro pie para aprender a defendernos.

Está el silencio de su tos ronca, que nunca se curó, pero que nos dejaba saber que el aún estaba despierto o andaba caminando por la casa. Esa tos ya no está, pero la seguimos escuchando en ese silencio que muchas veces será un calmante.

Aún quedaron esas pastillas y remedios que tomaba, que sabíamos sus nombres, sus efectos, y todo lo demás, no necesitábamos hacer un curso de farmacéuticos, porque sabíamos por experiencia todo eso y más.

Todo ese silencio en forma de ruidos y costumbres ya no está, pero quedaron otros, que los podemos contemplar en ciertas rutinas que ahora les falta un pedacito.

Están los sonidos insignificantes para oídos inexpertos, pero con significados profundos y llenos de valor para esos oídos que están preparados para recurrir a un recuerdo, yendo al pasado y trayendo lo mejor de él.

Hay silencios con forma de espacio, está en esa silla o sillón donde era su costumbre reposar. El sillón está, pero hay un espacio, y cuando lo observamos una sonrisa nostálgica aparece en nuestro rostro.

También está el silencio en el aroma a él, está en toda la casa, pero aún más en su habitación, donde siempre fue su refugio.

Hay tantas cosas que ya no veremos ni oiremos, pero hay algo más valioso y profundo que nadie nos podrá quitar, y son esos recuerdos exquisitos, que luego de tantos años junto a él tienen mucho valor.

Nadie va a lograr acallar ese silencio ensordecedor que se produce en lo profundo de nuestro corazón y mente, que nos calma y sabemos que es sólo nuestro, no daña, al contrario, nos estabiliza.