siddhartha, el principe

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REINO DE LOS SAKYA, 563 ANTES DE CRISTO.
Era un día frío de otoño, y el rey suddhodana se daba la vuelta sobre su montura para estudiar el campo de batalla. Necesitaba un punto débil que explorar y confiaba en que el enemigo hubiese descuidado alguno que él pudiera encontrar. Siempre lo hacia. Los sentidos del rey no percibían nada más. Los gritos de los heridos y los moribundos se acentuaban entre las voces ásperas de los oficiales,que lanzaban sus órdenes e imploraban la ayuda de los dioses. Despedazado por los cascos de los caballos y las patas de los elefantes, cortado por el acero de las ruedas de las cuadrigas, el campo rezumaba sangre, como si la tierra misma hubiese quedado herida de muerte.
-¡Mas soldados! ¡Quiero más infantería,ya!- suddhodana no podía esperar a que obedecieran: hablaba y hablaba-. ¡Si alguno de los que me oyen escapa, me encargaré yo mismo de matarlo!
Aurigas e infantes se acercaron al rey, convertidos en siluetas golpeadas, tan mugrientas por la lucha que podrían haber sido moldeados por los demiurgos con el barro del campo.
Suddhodana era un monarca guerrero, y lo primero que hay que saber de él es lo siguiente: cometía un error de creerse un dios. Junto con su ejército, el rey se arrodillaba en el templo y rezaba antes de ir a la guerra. Una vez traspasadas las puertas de la capital, Suddhodana volvía la cabeza, arrepentido, para mirar su hogar por última vez. Pero le cambiaba el ánimo a medida que aumentaban los kilómetros que lo alejaban de Kapilavastu. Cuando llegaba al campo de batalla, la actividad frenética y los olores que le asaltaban - a paja y sangre, sudor de soldados, caballos muertos- transportaban a Suddhodana a otro mundo. Lo sumían por completo en la convicción de que no podía perder jamás.

BUDA -la novela que cambiara tu vida-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora