Nunca había imaginado lo difícil que sería mirar a través del espejo retrovisor a la mujer que amas. Observarla por unos segundos y saber que estas a punto de perderla para siempre. Al final del día estará casada con otro hombre.
Recuerdo muy bien la primera vez que la vi. Era una mañana ventosa de otoño cuando me perdí ante aquel abismo.
Enmarcados por unas gafas descubrí unos ojos grandes y oscuros como el topacio. Una silueta elegante y sensual que sólo podría ser comparada con la de una diosa y no sólo eso, en verdad me sorprendió esa actitud desafiante con la que andaba, estaba dispuesta a enfrentarse ante cualquier reto sin dejar de erguir la cabeza. Catalina no era una belleza típica, era aún mejor, uno de esos tipos de mujeres que tan sólo con verla se impregnan en el alma del observante.
Simplemente, hermosa.
Conforme pasaba el tiempo mí teoría se iba materializando, Catalina distaba de ser común, era diferente, tenía una visión de la vida que hacía qué cada momento que compartía con ella fuese aún mejor que el anterior. La mayor parte de su tiempo lo dedica a un proyecto altruista en el que estaba involucrada, verla hacer su trabajo con tanto empeño y pasión hacía que fuese imposible no enamorarse de ella. No seguía las reglas ni los estándares, creaba sus propias sinfonías, sinfonías, que yo estaba más que gustoso por escuchar. Para mi suerte, siempre había alguien que pinchaba el globo de helio, al que algunas veces me aferraba esperando llegar a las estrellas, pero como lo dije, para mi suerte, siempre lo pinchaban antes, mucho antes.
-Sólo eres su chofer amigo, no esperes demasiado- era verdad, sólo era su chofer. Chofer de día, poeta de noche, a eso me dedicaba, en realidad, no había en mi mucho que ofrecer, pero no importaba, me conformaba con el tiempo que pasaba con ella y es que con Catalina, nunca se sabía.
Un flashback que algunas veces llega a mi sin que lo espere, es el de aquella noche, es tan clara la imagen que guardo en el cofre de mi memoria que ni siquiera una pantalla led se podría comparar con ello y no sólo eso, las sensaciones que dicho pensamiento evocan, hacen que aún pueda sentir ese viento helado que iba recorriendo poco a poco mi cuerpo, provocando que cada uno de los vellos de mis brazos se erizaran, aunque no es muy justo culpar solamente al viento por ello. Era la fiesta más importante que brindaba la familia de Catalina, la fiesta anual de la firma de su padre, yo estaba a punto de retirarme cuando me sorprendió que Catalina me interceptara.
-Estaciona el auto detrás del jardín, a un lado de las escaleras y espérame ahí, no pienso seguir escuchando platicas sin sentido - después de eso desapareció. Para nadie era secreto que siempre se aburría con aquellos eventos. La espere donde me indicó. La escena, como si de dos criminales escapando se tratase. Bajó corriendo a través del jardín, aún llevaba su delicado vestido puesto. Parecía un hada nocturna al verla correr de esa manera. Mi hada nocturna. Me pidió que la llevase a un lugar divertido, que la sorprendiera, la hubiese llevado hasta la otra galaxia si así me lo hubiera pedido. Recordé que una feria ambulante había llegado a la ciudad, decidí aventurarme y fuimos hasta ahí, su alegre semblante me hizo saber que no pude haber elegido mejor. Nunca le conté a nadie de aquella noche hasta ahora, las personas volteaban a verla, ella creía que lo hacían por que era la única mujer que usaba un vestido elegante sobre la rueda de la fortuna. Yo creo que la veían porque era la más bella sobre la rueda de la fortuna, pero la verdad es que de todas las personas aquella noche, ella era también la que más se divertía. Verla sonreír era mi mayor satisfacción en la vida, podrían haberme pagado solamente con su sonrisa y eso hubiese sido demasiado.- Si piensan que vamos a desistir, están muy equivocados - me dijo molesta un día que la recogí de la Universidad.
- ¿De qué habla señorita? -
- No aprobaron nuestro nuevo proyecto- decía molesta - han argumentado que no tengo el comportamiento correcto que se necesita para liderar un proyecto de suma importancia. Bien, ¿sabes para lo qué si sería apropiado mi comportamiento? para liderar una gran manifestación contra la injusticia, para eso sería muy adecuado. -
- ¿Pero no cree qué se meterá en problemas por hacer una manifestación?-se acercó a través del asiento para verme directamente a la cara, su olor me pescó desprevenido, aquello era como si a un hombre que hacía huelga de hambre, le hubiesen puesto enfrente la más exquisita hogaza de pan recién salida del horno. Con semblante serio me miro fijamente, se acomodo sus gafas, levantó una ceja y me preguntó
- ¿En verdad crees qué me importa meterme en problemas?– sonreí, ¡no!, no le importaba en lo más mínimo. Casi había sido suspendida tres veces pero eso a ella no le causaba ningún inconveniente, siempre y cuando defendiese sus ideales.
-Es verdad, eso a usted no le importa. Explíqueme una cosa que no logro comprender, su madre se opone a todo el trabajo que hace, lo he visto y disculpe si estoy siendo demasiado entrometido, pero en verdad no lo entiendo ¿Por qué sigue haciendo todo esto si le trae tantos problemas?-la mire por el retrovisor, ella observaba fijamente las calles, que íbamos dejando detrás conforme el automóvil avanzaba. Por un momento me arrepentí de haberle preguntado aquello
-Mi madre - suspiró - bueno, no hablemos de ella - se quedó en silencio otro rato y luego continúo - Amo lo que hago ¿sabes? - Me di cuenta de que ella meditaba cada una de las palabras que decía - Creo que lo hago porque ahora tengo la oportunidad de ayudar un poco, de retribuir algo al mundo por todo lo que se me ha dado. Ninguno escoge donde nacer, pude haber nacido en el lugar de una persona necesitada, sí así hubiera sido, al menos a mi me hubiera gustado que alguien estuviera ahí para ayudarme. Por eso ahora hago todo esto y si mis acciones molestan a algunas personas, creo que lo mejor será que se alejen de mí, porque no pienso cambiarlas -
Si era posible, ese día me enamore aún más.