Vergel Ardiente, la introducción a los Aesir y sus amos.

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                                                                              VERGEL ARDIENTE

Lamorak se despertó en una cama cómoda, situada en una amplia estancia. Cerca de él había una mesita sobre la que se encontraban una túnica y unos pantalones, decorados con símbolos de lo que parecían un sol y sus llamas sobre un tejido blanco. La habitación sólo contaba con la cama, la mesita y un escritorio con algunos libros encima. En el techo se podía observar una pintura de cuatro dragones, uno por cada punto cardinal.

Al norte, en morado, uno con forma de sierpe y sin patas, con una cabeza alargada en la que se observaban cuatro cuernos curvados que apuntaban al frente. En su cuerpo poseía cuatro pares de alas emplumadas, y su torso finalizaba con una cola puntiaguda.

Al sur, un dragón más tradicional, de apariencia solemne, con dos cuernos redondeados y dos pares de alas cuyas membranas parecían auroras boreales, todo pintado en tonos de verde.

Al este, en azul, un dragón acuático, con apariencia de serpiente marina y pequeñas patas. Tenía tres pares de alas con aletas en vez de membranas, más una aleta en la parte final de la cola.

Por último, al oeste, se podía observar un wyvern pintado en negro. Poseía un cráneo afilado, con dos colmillos prominentes en la mandíbula superior, más ocho cuernos: dos apuntando al frente y el resto hacia atrás. Sus dos alas parecían las de un murciélago, con garras afiladas en vez de dedos. La espalda estaba adornada con una fila de pinchos en la columna vertebral, contrastando con el flaco cuerpo de la criatura. Por último, el grotesco ser tenía dos colas y dos patas casi esqueléticas en su parte trasera.

Lamorak se levantó. Tenía el pecho, la frente y el brazo y gemelos derechos vendados. La herida de la flecha ya había cicatrizado, dejándole un "adorno" para toda la vida en su pómulo izquierdo. Le dolía todo. Poco a poco se puso la ropa, que sorprendentemente le quedaba como un guante, y se dirigió a la puerta de la habitación. Al salir se encontró con un pasillo pintado con colores cálidos y tonos de blanco. A su derecha pudo divisar un balcón bastante grande, de estilo griego. En el se encontraba una figura. El Pecado se dirigió hacia ella apresuradamente "Imposible. ¿Será de verdad ese ángel?" pensó. Mientras se acercaba, la figura se fue girando, como habiéndose percatado de su presencia. Aquella persona resultó ser una mujer:

Tenía la piel clara, y aparentaba unos treinta y pocos. Poseía un pelo rosa que le llegaba a la cintura y se ondulaba como mágicamente. Vestía una especie de túnica blanca con motivos de llamas naranjas y amarillas, además de un sol dibujado en el hombro derecho. Realmente era bastante bella, además de que sus ojos poseían un color fucsia extraño. Pero había un pequeño detalle que la hacía distinta. Tenía dos cuernos. Curvados, de unos 10 cm de largo, más unas alas con plumas blancas que le llegaban desde el cuello a los gemelos.

Definitivamente no era un ángel. "GRACIAS SHERLOCK" respondió Grima. ¿Otra vez tú? Hey, ¿Hola? Bueno, ejem, sigamos con la historia.

-Al fin has despertado, Lamorak- dijo la mujer, con un tono dulce- empezaba a preocuparme. Supongo que te preguntarás quién soy y dónde te encuentras...-

-¿Dónde están mis amigos?-la cortó Lamorak

-A salvo. Les he transportado cerca de las Ruinas T, como vosotros queríais, si no me equivoco. Sin embargo no les he informado 




                                                                

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⏰ Última actualización: Jan 28, 2016 ⏰

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El Fin de los 4 Dragones: Parte XDonde viven las historias. Descúbrelo ahora