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— ¡Espero que la residencia sea de tu agrado pequeña! —la mujer rubia bajaba las maletas de la niña que se encontraban en el auto— Por el momento no me podré quedar a tu lado ya que tengo unos pequeños asuntos que tratar pero me aseguraré de visitarte a ti y a tus nuevos hermanos, ¿sí?

Ella sólo asintió desganada mientras sujetaba la mano de la mujer alta.

Fue su compañía por meses luego de ese primer encuentro. La mujer se encargó de su cuidado, educación y bienestar, tratándola como una hija, y ella sintiéndose como una. Miwa, con preocupación, acarició la cabeza de la pelinegra colocando los cortos mechones detrás de sus orejas.

— Sabes que ahora no estarás sola, Noah. Tienes una familia, una que velará por tu bien y cuidará todo momento de ti.

La niña no pudo evitar sentir que sus ojos se humedecían.

— Muchas gracias, Miwa-san. Por todo.

Con sus pequeñas manos sujetó sus maletas y dio un largo suspiro.

"Una nueva vida, Noah" se dijo a sí misma.

A pasos pequeños, acompañada de su nueva madre, se desplazaba hacia la entrada de la gran residencia familiar.

Al abrir la puerta e ingresar Miwa dio un paso al frente y exclamó en voz alta.

—¡Estamos aquí!

Un hombre rubio con traje entraba en la sala junto a un niño pequeño en brazos.

—¡Mamá! —el niño saltó de los brazos del mayor y fue corriendo a abrazar a su madre mientras que el rubio lo regañaba.

—Hola chicos —decía la mujer— ¿Y los demás?

—Aún no llegan.

El niño soltó a su madre y con mucha curiosidad se acercó a la pelinegra mientras que ella soltaba sus maletas.

—Ella es Noah, ¿recuerdan el mensaje que les mandé hace unos meses? —dijo colocando su mano en el hombro de la niña— Se integrará en esta casa y espero que la traten debidamente.

La pequeña hizo una pequeña reverencia analizando a sus dos hermanos.

—Soy Asahina Ukyo, un gusto —dijo educadamente el rubio—. El es Wataru, tu hermano menor.

—Noah —la llamaba Miwa— ¿Por qué no vas con Wataru a jugar? El viaje en avión fue muy cansador, ve a relajarte un rato, tengo que hablar con Ukyo sobre unos asuntos.

La niña asintió para luego ser arrastrada por el pequeño de cabellos salmón hacia su habitación.

—¡Tengo muchos peluches! Te van a encantar —decía Wataru para luego ingresar en el ascensor.

Durante todo el recorrido Wataru no paraba de hablar sobre sus peluches, juguetes y golosinas tratando de impresionar a la pelinegra mientras ella sólo asentía de vez en cuando. Al estar frente a la puerta Wataru la abrió causando un estruendo, y, tratando de ser caballeroso hizo una reverencia dando primero el paso a la niña.

—Wow, todo es muy... rosa —dijo Noah sosteniendo un peluche de conejo rosa en brazos.

—Es un color adorable y bonito —el niño se sentó en su cama y abrazó a un oso gigante que estaba a su lado— ¡Al igual que los peluches!

No eran de su agrado pero no se podía negar ante la amabilidad del niño que la acompañaba.

— ¿Sueles jugar solo?

En sus manos sostenía un pequeño peluche rosa.

— Sí... Masa-nii es el que pasa más tiempo conmigo pero suele estar muy ocupado con su trabajo —se quejó haciendo una mueca.

Noah pudo sentir su soledad, estar rodeado de tantas personas y aún así no sentirse acompañado.

— ¡Pero aún así amo a todos mis hermanos! Sé que me quieren y hacen lo que pueden por mí —soltó una pequeña risa— y ahora que tengo a una nueva hermana no puedo sentirme solo.

Agarrando unas golosinas que tenía guardadas en su escritorio las tendió en sus pequeñas manos, Noah las aceptó.

— Gracias, se ven deliciosas —sonrió la niña.

En ese momento el pequeño Wataru sintió su corazón acelerarse y sus mejillas calentarse.

Luego de unos minutos de juego, Ukyo, ahora hermano mayor de la niña, anunció el horario de almuerzo. Wataru se dirigía al comedor a pasos apresurados tirando de Noah y alegremente le ofreció la silla que tenía disponible a su lado.

En la mesa se encontraban sus dos hermanos ya conocidos, su madre sentada a su izquierda, dos hombres de aspecto casi idéntico y un joven de pelo grisáceo.

— Tsubaki, Azusa, Iori —su madre llamó la atención— me gustaría presentarles a Noah.

Levantándose de su asiento dio una pequeña inclinación en forma de saludo.

— Un gusto conocerlos al fin, hermanos mayores.

— ¡Que adorable hermanita menor! —exclamó uno de ellos, y antes de que pueda abalanzarse a abrazarla, lo detuvo su gemelo, Azusa, riñiéndolo y diciéndole que se comporte. Con un poco de vergüenza saludó a Noah.

— Igualmente, un gusto —el más joven se inclinó— soy Iori, el décimo hermano.

Retomando el horario de comida, Ukyo colocó los platos junto con los utensilios en la mesa y con ayuda de su madre sirvieron la comida.

— Como extrañaba este ambiente familiar —Miwa habló— ¡Tus comidas son exquisitas como siempre hijo!

— Gracias madre —agradeció el rubio— por curiosidad, ¿Noah ingresará a la escuela durante este semestre?

— Sí, estará en Bright Centrair junto con Iori, aunque también presenté la solicitud en Hinode, los de Bright Centrair quedaron encantados con el perfil de Noah y ofrecieron varias oportunidades para su futuro.

Orgullosa de su hija, Miwa acarició con delicadeza su pelo.

— Es decir, ¿estará en un curso más alto? —preguntó Iori.

— Me lo afirmaron luego de que realizara su examen de ingreso, mi pequeña cerebrito demostró tener un alto nivel de conocimiento.

— Realmente admirable — dijo Azusa.

Noah siendo ahora el centro de atención comenzó a sentirse avergonzada, los hermanos mayores encontrando eso muy adorable soltaron una pequeña risa.



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⏰ Última actualización: Nov 19, 2021 ⏰

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