Miro por la ventana para ver las nubes grises a través de ella. Mis manos sostienen la tetera debajo del grifo, esperando a que se llenase de agua para luego ponerla a hervir.
No había ninguna escapatoria del maldito frío, se había instalado hace semanas en el país y parecía que aún no tenía planeado irse hasta dentro de un par de meses.
La tetera se llenó y yo procedí a colocarla en su sitio, asignando el fuego lento para que el líquido hirviera tranquilo.
Una ráfaga de viento entró sin aviso alguno por la ventana de la sala y yo, alarmada, salí disparada hacía fuera de la cocina solo para encontrar papeles dispersos por todo el suelo gracias a la brisa.
Recuerdos de ese día llenan mi cabeza hasta que el silbido del agua hervida me saca de mis pensamientos. Ya despabilada apago el fuego y tomo la manija negra del instrumento. Me quemo y mientras maldigo mi torpeza, suena el timbre.
Mojo mis finos dedos en agua fría mientras le grito a la persona detrás de la puerta que ya voy. Cierro la corriente de agua y me dispongo a abrir la puerta.
Mientras juntaba los papeles esparcidos por el piso, mi cabeza no dejaba de divagar en lugares lejanos, ajenos a la situación. Mi mente estaba en blanco mientras juntaba las hojas y cerraba las ventanas de la habitación.
Vuelvo al lugar en el que estaba solo para encontrar el agua que había puesto ya hace unos minutos en el punto deseado, cuando un ruido me saca de mi tarea. El timbre no deja de sonar y mi figura se apresura en abrir la puerta a mi visitante no esperado.
Busco mis llaves solo para encontrarlas colgadas en el llavero al lado de la entrada. Las tomo y las coloco en la cerradura para luego abrir la puerta de color blanco.
Mis pupilas oscuras se dilatan al ver a Rubén del otro lado del portal y yo le sonrío invitandolo a pasar.
-¡Rubén! No te esperaba por aquí -Pronuncie dirigiéndome hacía la cocina-. ¿Qué te trae por aquí?
Mis manos cojen la tetera y con un movimiento suave vierto el agua sobre mi taza, la cuál esperaba ya con sus dos saquitos de té.
Noto a Rubén feliz y eso me hace feliz a mí. Me giro y cojo el pomo del refrigerador para luego abrir la pesada puerta y sacar un par de cubos de hielo.
-¿Puedes cerrar la puerta? Es que el poco calor que se mantiene aquí puede llegar a escaparse -Fijo mi mirada en él y me sonríe y aunque sé que no debo admitirlo, su sonrisa calienta mi corazón como un día de verano-.
- Lo lamento Lisa, no te preocupes -Gira sobre sus talones para cerrar la entrada y se vuelve a mí-. Me gusta lo que te haz hecho en el cabello ¿Hace mucho lo tienes así?
Toco un mechón de cabello recordando mi tarde en la peluquería. Estaba cansada de tener que lidiar con los nudos que se formaban y el nunca encontrar coletas para sostener mi larga cabellera,además de las puntas abiertas, así que me decidí por un simple corte por más arriba de los hombros. Algo cómodo y sencillo.
- Di que sí hombre, estaba cansada de mis puntas aburridas y decidí teñirme de un par de tonos más claro.
- Pues me encanta, tía. Además, me encanta como te queda el pelo largo. Bueno, a ti todo te queda bien -Dijo mientras su voz se hacía más distante y mi sonrisa se ensanchaba-. Lisa ¿Qué diablos haces? Ven aquí, quiero conversar contigo de algo importante.
Mi corazón se acelera mientras coloco mi taza en mis manos y me dirijo hacía la voz de Rubén. Giro mi cabeza y veo su figura alargada sentada en el pequeño sofá de la habitación. Me siento a su lado y le doy un sorbo al té helado recién preparado.
- ¿Sobre qué querías conversar? -Pregunto mientras siento como el frío baja hacía mi estómago y recorre por todo mi cuerpo.
- Hace mucho no te veía y sentía la necesidad de ponerme al día con mi mejor amiga -Dijo mientras sus ojos pardos se encuentran con los míos-. ¿Qué tal el trabajo?
- Tranquilo, por ahora no me exigen mucho -Le doy otro sorbo al té-, pero siento que dentro de poco me van a tener trabajando como esclava.
El se ríe y yo me relajo al escuchar su risa aguda. Mi sonrisa no podría ser más grande, me encontraba junto al hombre que amo y él se siente a gusto junto a mí.
Y por un momento, el silencio se apodera de la habitación
Y solo nos miramos a los ojos.
Y en ese momento fue en el que debatía internamente si decirle o no.
No sería difícil.
Para nada difícil.
"Hey Rubén, estoy enamorada de ti hace 8 años."
"Hey Rubén, estoy enamorada de ti hace 4 años."
"Siento que mi amor por ti es tan fuerte que podría hasta mover todas las cordilleras del mundo."
"Todas las cordilleras juntas."
Pero finalmente
No lo hago.
Porque un escalofrío invade mi columna, indicando que es una mala idea.
Entonces solo me callo.
Y le doy un sorbo a mi té helado.
Fue entonces que el rió.
Y yo lo miré extrañada para luego escuchar las palabras "Eres un enigma." emanar de sus labios.
Negó con la cabeza mientras se ponía de pie y capté esa señal cómo despedida, entonces me apresuré a abrirle la puerta para que se retirara.
Es entonces que el atraviesa el portal y dice
- Ah, se me olvidaba... ¿Recuerdas a Nina?
Y yo moví mi cabeza de arriba a abajo indicándole que sí lo hacía.
- Bueno, por fin aceptó salir conmigo. Estoy muy emocionado.
Y tratando de no recordar esa tarde, le abro la puerta y justo cuando termina de atravesar el portal y yo estoy a punto de pronunciar mis palabras de despedida veo su cuerpo flacucho dar medía vuelta.
Y luego de las siguientes palabras, Rubén vuelve a romper mi corazón.
- Me voy a casar con Nina.
Y en vez de llorar.
Y en vez de llorar.
Sonrió.
Y me limito a darle un sorbo a mi té.
Para que él luego preguntar:
- Lisa... ¿Por qué bebés té helado en pleno invierno?
Y yo, tratando de tragar mi dolor y volver a pegar todas mis piezas rotas, le respondo con voz quebrada.
- Porque es una de las pocas cosas que sin importar el tiempo, se mantiene igual. Sin importar lo que pase. Es como el amor, se mantiene fijo, sin cambiar, sea blanco o negro, verano o invierno.
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Iced tea | rdg one-shot
FanfictionEn dónde a Lisa le gusta tanto el té helado que lo toma hasta en invierno.