-¡Qué bonito! - exclamé, sonriendo como una boba.
Después de una caminata de tres horas por la montaña, habíamos llegado al mirador más alto de la región. Desde allí se veían los árboles que inundaban la zona, el río que lo atravesaba en su parte más llana y a lo lejos, en una línia azul que podría delimitar el infinito estaba el mar, tan azul como los ojos del chico que me acompañaba.
Me giré hacia Óscar, que estaba mirando el apisaje también con una sonrisa en los labios. No pude evitar inclinarme y besarlos, suavey rápido, fugazmente.
-¿Ha valido la pena o no? - preguntó, fanfarrón.
No podía ni intentar hacer ver que no tenía razón. Había estado todo el trayecto quejándome de lo cansada que estaba y diciendo que no iba a valer la pena.
-Vale, tenías razón... Pero que conste que siempre me estoy quejando por todo.
Suspiró, dramatizando.
-Lo sé, eres un incordio la mayor parte de tiempo.
Le dí un pequeño manotazo en el brazo con una falsa indignación. Dejé la mano en su bíceps y me acerqué a él, que me dió un beso en la cabeza.
-Gracias por traerme aquí, de verdad.
-De nada, amor.
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Fugaz
Short StorySofía miraba impresionada lo que tenía delante suyo. Un paisaje que la llenaba de felicidad, paz y amor. Se sentía llena, contenta y un poco cansada, pero nada de eso le importaba de verdad. Hasta que...