Mi nombre es José Antonio Blasco López, hace dos semanas me encomendaron la tarea de visitar un pueblo abandonado y elaborar un informe de su estado, su situación, sus condiciones, etc. Este informe sería presentado en el consejo de la inmobiliaria para la que trabaja y se "discutiría" la idea de edificar el terreno y vender las viviendas puesto que el turismo en la zona abundaba. Y digo "discutiría" porque ponga lo que ponga en ese informe, un día algún "despistado" dejará caer una colilla al suelo y el pueblo quedará arrasado, y con la nueva ley que permite recalificar terrenos incendiados... tonto el último ¿no?
De todas formas, ¿a quién le importan 4 casas que habitaron personas que hoy en día lo único que habitan es una caja de pino?
En resumen, mi trabajo aquella semana consistió en elaborar un informe sobre un pueblo abandonado para que una inmobiliaria pudiera edificar encima de este.
Después de perderme un par de veces por fin encontré el dichoso pueblo fantasma. Aparqué el coche en la entrada y saqué las maletas, tenía entendido que al menos un hombre vivía allí como guarda del pueblo, mi plan consistía en hacerme pasar por un turista que buscaba un lugar donde pasar una semana sabática, dejándole un par de billetes al guarda no creí que fuera a tener problemas de alojamiento. Llegué a la plaza del pueblo, llamadme mentiroso si a lo largo de la historia digo que el pueblo no me gustó, era precioso. Las casas, los farolillos en las ventanas de éstas, las puertas, el musgo de las paredes y escalones, todo parecía recibirte con los brazos abiertos.
Antes de darme cuenta un perro vino lanzado a mí ladrándome, tras él, un hombre con aire relajado.
-Buenas noches- dijo el hombre
-Buenas noches, ¿está usted a cargo de este lugar?-
-Así es, ¿le puedo ayudar en algo?-
-Verá, me han hablado de este pueblo y sus alrededores y me encantaría quedarme una semana para disfrutar y comprobar por mi mismo si los rumores son ciertos o no. Si es necesario le pagaré durante mi estancia-
-No será necesario, entiendo muy bien su afán por visitar la zona, puede quedarse el tiempo que desee, lo único que debe saber es que todos los días, los niños de los pueblos de alrededor acuden al pueblo para colaborar con la reconstrucción de este junto con algunos educadores-
-Muchísimas gracias de verdad, no causaré ninguna molestia-
-Acompáñeme, se alojará en aquella casa, la que pega al río-
La casa tenía un portón de madera de doble hoja, dos farolillos encendidos a cada lado y un balcón en la parte derecha con vistas a todo el valle. Una vez dentro había un pequeño salón con mesas y sillas, una cocina y un baño. En el piso de arriba había 3 dormitorios y otro baño.
El hombre me entregó las llaves, me explicó algunos detalles relacionados con los horarios y se marchó. Deshice mi maleta y me di una ducha, acto seguido me metí en la cama y abrí la ventana, desde fuera, una ligera brisa depositaba en la habitación el sonido del río, y desde mi cama podía ver la luna semi-oculta por las ramas de un árbol seco.
No llevaba ni dos horas en aquel lugar y ya no me importaba tardar alguna semana más en realizar mi informe.
A la mañana siguiente me despertaron las voces de decenas de niños que corrían despavoridos por las calles del pueblo.
Eran las 8 de la mañana, el desayuno se servía en media hora, fui a asearme y después me vestí con lo primero que cogí del armario. Salí a la calle y puse rumbo al comedor que estaba dos casas más abajo. De camino me crucé a algunos chicos que me saludaban y corrían para no quedarse sin sitio.

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Formas de verlo
Historia CortaEs curioso pensar hacia qué lado se inclinará una balanza en la que hemos colocado en un extremo algo práctico y en el otro algo no práctico. A nosotros se nos ha presentado esta pregunta miles de veces, ¿ciencias o letras? ¿Qué tiene más salidas? E...