Capítulo 7: ¡Vamos por hombres!

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Sus dedos pasaban suavemente por su cabello dorado, llevando mechones a todas direcciones y haciendo que este luciera natural; se miraba frente al espejo mientras terminaba de arreglarse; aún se le hacía por demás extraña su nueva apariencia; y aunque su autoestima había subido a un nivel normal, en comparación con el de esa mañana, donde fue literalmente el centro de atención, tenía la confianza para hablar con quien sea; solo que de acostarse con ese "quien sea", era algo más complicado de tratar, pero su incondicional amigo haría lo mejor que pudiera para lograrlo. Esta sería una noche perfecta.

De pronto Demian entró al baño usando solo unos bóxers ajustados, con estampado de jake el perro; pasó detrás de Iggy y comenzó a orinar en el inodoro, demostrando nuevamente que no tenía pudor alguno, ni mucho menos se avergonzaba de lo que Dios le había dado; que si bien no era de envidiar, el se amaba completamente, desde los pies, pasando por su delgado torso, hasta su cabello rubio y sus intimidantes ojos verdes que hacían juego con su personalidad manipuladora.

—¿Por qué no te has vestido?, se nos hará tarde —Inquirió con tono de reclamo, intentando no mirar el miembro de Demian descargarse en el inodoro.

—Tranquila princesa, es una fiesta, nadie llega a las 8:00 pm.

El reloj marcó las 10:00 pm, la hora que esperaba Demian y a la cual, los chicos salieron del apartamento, cosa que Iggy jamás había hecho, ya que las normas del campus eran estrictas con los estudiantes que residían allí; castigando fuertemente a todo aquel que fuera sorprendido vagando por el campus después de las nueve de la noche. La escuela lucía completamente diferente a aquellas horas, no sólo por lo oscuro y silencioso, si no por lo lúgubre que expresaban sus ventanas transparentes, que permitían ver no más que oscuridad en el interior de cada salón por el que pasaban.

El par salió del campus en el coche de Demian; luego de unos minutos de trayecto, pararon frente a una gran casa de la cual emanaban luces neón, por cada ventana y abertura que esta diera hacia el interior; la música encajonada hacía retumbar las ventanas del pequeño coche compacto azul.

Al ver que se encontraban fuera del lugar esperado, abrió la puerta decidido a abandonar el vehículo, pero cuando bajó la pierna, Demian lo detuvo con un repentino agarre sobre su brazo, haciendo que éste lo mirara confundido.

—Espera —le dijo hurgando en su bolsillo—; Extiende tu mano —Iggy obedeció manteniendo su expresión, la cual se transformó en cuanto Demian puso unos condones en su mano—; Nunca se sabe —dijo antes de bajar de su lado del auto.

Al bajar, Iggy colocó los preservativos sabor uva en el bolsillo trasero de su pantalón; sabía que sería inútil renegárselos a Demian, ya que este insistiría hasta la muerte; de todas formas no estaba de más llevarlos, después de todo, nunca se sabe en que pueden terminar estas fiestas.

Pero, ¿Qué se puede esperar de un fiesta de universitarios sin supervisión de algún adulto responsable?; luces de colores que danzan por todos lados en movimientos y formas casi hipnotizantes, música tan ruidosa que no sabes en qué momento tu cerebro saldrá por alguno de tos oídos, humo de cigarro invadiendo tu sistema respiratorio, gente en cada rincón a punto de hacer un bebé sin importar que alguien los vea y claro, el invitado de honor, el bendito Alcohol.

Aquella no era la primer fiesta de Iggy, ni sería la primer noche que consumiría alcohol, tampoco es que el chico hubiera vivido en una cueva durante su adolescencia, pero ésta, si iba a ser la primera en donde no se iba a sentar en un rincón sintiéndose fuera de lugar, mirando como los demás cumplían con
"las tres B": bailar, beber y besar.

De pronto su ajetreado paseo, guiado por Demian, a través de los muros de gente dentro de la casa, se detuvo cuando llegaron a la estancia que era el epicentro del desorden.

Entrenando Para Romper CorazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora