Capítulo 4

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Me duele la cabeza. Me va a estallar, pero por fín he terminado la canción. Sí, sí, canción. El jefe de la editorial me pidió algo extra. Me dijo que no leyese ni editase nada de libros por un tiempo y que dedicase a encontrar mi mundo literario. Cosa que resumí en poemas y novelas. Estoy escribiendo mi propia novela, pero voy por el primer capítulo. Así que decidí escribir un poema que con el paso del tiempo se ha convertido en canción. Ayer viernes Oasis, Wen y yo no nos podíamos ni levantar ya que nos quedamos hasta tarde viendo Castle. Las ayudé a recoger y me fui directa a mi casa, allí me duché, me puse cómoda y empecé a leer otra vez 'Las cincuenta sombras de Grey'. Cuando terminé unos cuantos capítulos cogí mi guitarra y toqué un par de acordes. La letra fluyó sola hasta donde tenía escrita, luego me inventé el resto y lo grabé. Cuando quise darme cuenta, ya era hora de cenar, Derek vino y me dijo que los señores Lane me invitaban a cenar.

Cené con ellos y volví con Derek a casa pasada la medianoche, menos mal que vivo,literalmente, al lado.

Y a lo tonto, como ya he dicho la cabeza me va a estallar. La pesadilla de anoche no fue tan fuerte, ya que es la que he tenido miles de veces.

Hoy Derek, Levi y las chicas tienen fiesta, y yo podré quedarme tirada en la cama. Tranquila.

Mi mejor amigo sigue durmiendo todavía. Es casi mediodía pero voy a salir a correr.

Me pongo los leggings negros, una camiseta blanca, cojo los cascos y me calzo las zapatillas.

Me recojo el pelo con una coleta. Tomo una taza de café, una tostada y le dejo una nota a Derek diciendo que a la hora de la comida ya estaré aquí.

Hace frío, más de lo que pensaba. Hoy es día de muchas reflexiones, día de recordar a mucha gente que dejé en España. Día de llamar a mi Madre por ejemplo. Últimamente hablo poquito con ella, pero la echo tantísimo de menos...

Allí había buena gente, gente que me quería, pero decidí rendirme y venirme aquí.

Venir no fue una decisión fácil, dejé atrás a mi mejor amiga, a mi familia, a mis amigos de la infancia...un montón de personas.

Voy pensando y cantando, giro la esquina al final de una calle y me choco con una pared musculosa, tan mala suerte que tengo que me caigo.

El chico me tiende la mano para poder subir, me quito los cascos, le cojo la mano, me levanta, miro hacia su cara, una sonrisa preciosa y...no puede ser. Liam West. El universo me odia.

Le suelto la mano lo más rápido que puedo. Y su sonrisa se ensancha.

-Así que tú, Renée Gómez, ¿sales a correr?

-No, si, eh... ¿Qué te importa?-Le pongo cara de asco.

-No te pongas nerviosa, gatita.-Se rie.

-Eres insufrible Liam.- Giro la esquina y sigo corriendo.

Oigo un susurro de Liam desde delante. Y a los pocos segundos le veo corriendo a mi lado. Sería agradable sino fuese él.

-¿Qué tal llevas eso de hacer ejercicio?-No le respondo.- ¿Te cuesta respirar o algo?-Sigo sin contestar, pero es la verdad. -Si le cuesta a la gatita respirar, bajamos la intensidad.- Ya casi he llegado a mi casa así que ni le contesto, pero hago la pregunta más obvia.

-¿Vas a seguir así mucho rato?

-Sí.-Se ríe.

-Vale bueno, mira yo me voy a mi casa.-Informo. Llego a mi calle y paro de correr.

-Que floja eres. Pero bueno, no queremos que hoy que hace 1 año que llegaste, te mueras por falta de oxígeno.- Me paro en seco y le miro.- Adiós Renée.- Me guiña el ojo y sigue corriendo.

Pride.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora