Capítulo único.

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Myungsoo comienza a creer que se ha estancado en un pequeño barranco de césped lleno del aroma agrio de las flores silvestres sin regar además de la ducha natural que se toman cada cierto tiempo.

Él ni siquiera se ha caído o tropezado, solo está allí, estancado.

Y eso es triste, porque Myungsoo sabe que no se puede estar demasiado tiempo estancado entre mantas verdes húmedas sin empezar a pudrirse.

Aunque no hay indicios de hacerlo, porque las sonrisas en tonos rosado pálido que se filtran entre los besos sin mirar que sus labios y los de Sungjong se dan a convidar, le mantienen lejos del barro y el moho, y sus largos dedos en sus manos de sangre azul le sacaran de entre la hierba muerta si es que se llega a perder entre ella.

Pero todo aquello suena en demasía a cuentos de hadas, tan artificial y planeado de ante mano como el disparo de su cámara apuntando casi por inercia hacia el perfil de Sungjong, el mismo que ahora se gira para reclamarle acerca de la imprevista fotografía que ahora se ha colado a la colección de Myungsoo que murmura "interminable" cada vez que el moreno aprieta el botón, y ésta situación le recuerda riendo a Myungsoo lo que pasó antes hace cinco años y seis meses, porque sí, Myungsoo cuenta los días que se marcan en una esquina al pie de sus fotos y que corren con Sungjong en su vida desde que el primer momento que su cámara nueva capturó fue la escena sacada de una película arthouse de un chiquillo delgado sentado en un columpio tan viejo como la misma ciudad y Myungsoo todavía cree que es la manera más bonita de iniciar una historia aún cuando el chico histérico seguía preguntándole a Myungsoo por qué había tomado una foto de él sin su permiso -y si había salido bien en ella.

Pero ahora las cosas son más rudas, con menos tiempo para hablar, porque aunque a Myungsoo le encantaría quedarse a vivir en una de las fotografías que ha tomado de Sungjong, el tiempo no se detiene y le esta gritando en el oído que la línea de meta que tanto ansían sus compañeros de clase está cerca, burlándose de él porque Myungsoo está jodidamente asustado de un maldito diploma y lo que pueda significar un birrete y una túnica

-Myungsoo -Sungjong entrelaza sus dedos con los del moreno sentado frente a él para traerlo de vuelta a la realidad porque se ha perdido de nuevo en un mundo lejano y de algodón.

Comienza a pasarle demasiado últimamente y Sungjong sabe que tiene que ver con el cartel de la lista de carreras universitarias que ha colocado la orientadora de la escuela al final del pasillo, justo al lado de los salones de clase de los de último año.

Myungsoo siente más pesada que antes la cámara descansando en su regazo cuando se gira a perderse en los ojos de Sungjong, pero advierte que no es el momento para sacar su cámara porque Sungjong le mira con seriedad en el semblante.

- ¿Has pensado en lo que harás cuando terminemos la escuela? -sabe que no es la mejor pregunta, que los maestros han colgado hasta por detrás de las orejas de Myungsoo casi exactamente esas mismas palabras, pero no ve mejor manera de empezar la conversación, aunque sabe que no irán a ninguna parte, como siempre que tocan el tema, cuando Myungsoo desvía la mirada y ya es tarde, se dan cuenta, cuando el autobús que lleva a Sungjong a casa se para frente a ellos.

Se inclina para sostener con sus propios labios los de Myungsoo en un diminuto beso, pero que espera que sirva para barrer lejos la estúpida metáfora de la línea de meta al final del camino cuando se acaban los estudios principales.

Sungjong es partidario de que hay mucho más allá de aquello que todavía no les sucede.

*****

A decir verdad, Myungsoo no está preocupado por su futura carrera o lo que sea que vaya a hacer cuando se quite el uniforme -bueno, él sí lo está, por supuesto, pero lo que le tiene sin saber qué demonios será de él cuando queme sus cuadernos de las materias que más odia es el futuro de Sungjong.

cronofobia » myungjongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora