Vivir en el pasado.

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  Miércoles 6 de diciembre de 2035.

Ha sonado el despertador, trato de apagarlo y volver a dormir, pero una fuerza alrededor de mí me empuja a levantarme, todas las mañanas es lo mismo, desde que instalaron esos dispositivos en las camas nadie puede quedarse a dormir ni siquiera un minuto más allá de la hora que previamente le fue designada. Inmediatamente después se escucha la regadera, 3 minutos de agua en la temperatura perfecta; no tan fría, no tan caliente, no importa el clima siempre la encuentras de igual manera. Salí y me coloqué la ropa que el armario automatizado había colocado al frente, todo parecía indicar que la compañía había decidido que los empleados nos vistiéramos de azul. ¡Tengo que apurarme! pensé, la comida está a punto de ser servida y si no la termino en menos de 20 minutos la retirarán y no comeré de nuevo hasta las 4 de la tarde. Salgo de mi casa y camino despacio, la verdad hoy es uno de esos días en los que no tengo ganas de ir a trabajar, total, no hago demasiado, solamente verificar que las máquinas cumplan con su proceso a la perfección. La verdad, ya no lo necesitan, estoy segura que en cualquier momento nos despiden a todos de la compañía. Decidí desviarme de mi camino, vagar por las calles en las que aún se puede transitar caminando; como siempre, se encuentran vacías. He encontrado un camino desconocido y he decidido continuar mi caminata por ese lugar. Lo que vi era asombroso e inaudito pero, también era reconfortante saber que aún existan lugares como este. Ver a los niños correr,sonreír, jugar, simplemente ¡ver niños! Las personas hablan entre sí, se abrazan y hasta se besan.Este lugar debe ser una de esas zonas prohibidas de las que tanto he escuchado hablar, pensaba que eran sólo rumores, pero ahora veo que no, ¡existen y acabo de entrar en una de ellas! Un niño se acerca a mí, me dedica una sonrisa, me regala una flor y me invita a saltar la cuerda, acepto su invitación aunque la verdad no recuerdo muy bien cómo se hace, desde que era una niña que no lo hacía. Saltaba torpemente cuando un balón llegó rodando a mis pies, el impulso de patearlo fue inevitable, comencé a jugar fútbol con esos niños, su alegría me llevaba a querer brincar, correr y gritar, aventarme al suelo y ensuciar mi ropa, jugar con cualquier objeto que se me aparecía enfrente. En ese preciso momento en que todo era felicidad para mí, apareció una de esas patrullas en las que viajan los nuevos robotitos, sentí un golpe en mi cabeza y la oscuridad se apoderó de mí. Escuchaba claramente una alarma y al abrir los ojos me encontraba nuevamente en mi cama, observé el calendario y me di cuenta que la fecha era exactamente la misma: 6 de diciembre de 2035. Nada de esto había ocurrido en realidad, todo era producto de mi imaginación,un sueño, un sueño que reflejaba las ganas de vivir en el pasado.

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