*Basada en una
leyenda ecuatoriana.
Era mediados del siglo XIX en la ciudad de Madrid.
Los guardias de la ciudad estaban bastante preocupados por los recientes hallazgos, 9 muertos en el transcurso de 3 noches. Algunos de los cadáveres estaban putrefactos, tal era que parecían haber sido sacados de sus tumbas; mientras que otros estaban en un estado normal de descomposición y con signos de haber sufrido un ataque cardíaco.
****
El Dr. Lázaro Urriaga recién se había formado y era el orgullo de su familia, pues había viajado a América para adquirir experiencia e investigar sobre el brote de cólera. A su regreso a España había sido convidado por su núcleo de amigos para ir al Teatro Real.
El joven doctor un poco apresurado subía al coche que lo esperaba en la entrada principal de la residencia familiar. El cochero pone en marcha los caballos y a un paso constante el coche se dirige al teatro. Urriaga observaba por la ventanilla del coche, la ciudad que se abría paso a la noche, al sereno encendiendo los faroles, a los arboles pasar en hilera...
Al bajarse del coche divisó a sus amigos en la entrada del teatro. Luego de un efusivo saludo y ponerse al día con los pormenores entraron a la sala donde se estrenaría Tristan & Isolda.
La función había acabado pero la noche aún era joven así que sus amigos decidieron pasar el rato en una de las tertulias que se organizaban en unos de los cafés cantantes más famosos de la ciudad, el Café de Fornos.
Después de una amena noche de copas y flamenco caminaba de regreso a casa. Tambaleaba de un lado a otro tratando de no perder el equilibrio, cuando divisó a una dama que caminaba tranquilamente a tan solo unos metros. Parecía ser joven aunque estaba de espaldas y no podía distinguirla bien. El aire olía a su perfume, lo cual lo embriagaba más y lo incentivaba a seguirla. Cautelosamente la seguía, ella parecía no incomodarle que la siguiera pues no agilizaba el paso. Deliraba con tan solo la idea de un romance furtivo en medio de la noche y dejarse llevar por sus impulsos.
De repente la dama deja caer un pañuelo.
