Viaje errante

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Jack trabajaba de sol a sol, literalmente, se levantaba a las cinco antes el amanecer y cogía el metro para volver a las once de la noche, cuando la luna ya estaba en lo más alto, cada día la misma rutina, y siempre a la misma hora, el mismo vagón, el mismo sitio en un coche vació, que se llenaba ligeramente en cada parada.

Una mañana siguiendo su horario a la perfección entró como siempre sin fijarse en su entorno, se sentó y saco el libro, del que leería únicamente un par de folios pues era una linea relativamente corta de solo diez paradas. Sin embargo, ese día algo estaba fuera de lugar, y es que no estaba solo, sino que justo enfrente una chica estaba leyendo como él. De cabello pajizo y piel tostada, era una mujer muy normal, no llamaba la atención, simplemente estaba ahí sentada, en silencio, iría a trabajar o a clase, quizá volviese a casa, una pasajera más.

Jack bajó en la última parada miró atrás y ella seguía en el vagón, pero ese no era su problema, dado que era una desconocida. Al terminar el trabajo y coger otra vez el metro ahí volvía a estar ella, en el mismo lugar con el mismo libro, las luces fluorescentes iluminaban lo suficiente para llenar cada ángulo de su ser de sombras danzantes, el ruido chirriante de las ruedas contra el metal era lo único que se oía, estaban solos, no había nadie más, pero esa vez no le presto atención. Pasaron varios días sin que Jack se molestase en mirar si aquella presencia femenina seguía cogiendo el metro, pero con el tiempo fue inevitable percatarse de que ella siempre estaba allí, silenciosa y calmada, en un mundo del que todos parecían estar excluidos. Una noche incapaz de resistir la tentación, rompió su costumbre, se sentó a su lado y le habló.

- Hola, me llamo Jack, ¿puedo preguntarte que lees?

La desconocida aparto la vista de su lectura y lo miro por primera vez, con unos desconcertantes ojos grises, que eran como dos espejos sin fondo, y entonces, con una suave sonrisa más que hablar, susurró.

- Es una novela, de aventuras sobre un viaje, ¿y tú? ¿qué lees tu Jack? - Él sorprendido por su pregunta no supo qué contestar al momento, no se había dado cuenta nunca de que lo miraba.

- Yo... suelo leer de todo, depende de que tenga a mano, no recuerdo tu nombre ¿cómo has dicho que te llamabas?

- No lo he dicho, pero puedes llamarme Ali- Dijo astutamente mientras dejaba escapar una tintineante risa.

Esa vez hablaron todo el viaje, conversaron sobre cosas banales y novelas. Cuando llegaron al final del recorrido Jack bajó, y al ir a desearle unas buenas noches, Ali se había desvanecido.

Por primera vez en su vida Jack esperaba con ansias la llegada del metro, y cumpliendo con sus expectativas allí estaba Ali, enfrascada en su lectura; era sorprendente como conseguía llegar antes que nadie, cuando aquella era la parada de inicio, pero no quería romperse la cabeza con preguntas que seguramente no tendrían una respuesta lógica. Una semana entera fue el tiempo en que él disfrutó de meras palabras sin preguntar nada personal y profundo, solo intercambiando susurros de palabras ausentes, en el cómodo traqueteo del vagón sobre las vías; pero transcurrido ese periodo, Jack empezó a notar las "rarezas", esa costumbre suya de nunca bajar, de ser siempre la primera y la última, esa forma extraña en que el mundo la ignoraba, así que esa noche al llegar al destino final tomo valor para preguntar aquello que rondaba su mente.

- Ali, ¿no te bajas?

- No, aún no. - Repuso con su habitual sonrisa pausada.

- ¿Y a que estás esperando?

- A llegar a mi parada naturalmente. - Contesto como si fuese evidente.

- Pero Ali, esta es la última parada. - Jack no podía estar más perplejo.

- Quién sabe. - Musitó ella, mientras bajaba la vista a su libro, en se momento un ruido los alertó, y Jack giro la cabeza para ver como el conductor bajaba del metro para cambiar con otro maquinista, volviendo la mirada hacia ella se dispuso a sacarla de ahí, fuese como fuese.

- Al...- La palabra quedó colgado en el aire, pues todo rastro de ella había desaparecido, sin emitir sonido alguno.

Al día siguiente Ali no estaba ahí, nadie ocupó su lugar, nadie leyó un libro con él en muda compañía, nadie sonrió con esa dulzura suya tan característica, nadie lo miro con unos ojos gris plata llenos de secretos, simplemente nadie pudo llenar su espacio.

Jack creyó que nunca más la volvería a ver, que se había molestado y le evitaría, pero una noche mientras leía un nuevo artículo de una revista se giró y a su lado estaba Ali, con su libro de siempre, con su silencio y su sonrisa.

- ¿Ali? ¿Dónde has estado? - Exclamo sorprendido, la aludida levantó la mirada del libro y contesto brevemente-

- Aquí, como siempre, viajando.

Después no volvió a decir nada. En el momento en que Jack iba a bajarse no pudo evitar mirarla, casi como un instinto.

- Ali, ¿qué esperas?- Pregunto nuevamente.

- Llegar a mi destino. - Dijo otra vez.

- ¿Te falta mucho?

- No, el final esta cerca, ya queda muy poco. - Dijo mientras miraba con cierta tristeza aquel libro del que quedaban pocas páginas sin leer. Jack se dirigió a la salida sin saber que pensar cuando su voz lo frenó.

- Jack, adiós. - Ali sonreía, no de forma tímida y dulce con los labios arqueados ligeramente, esta era una sonrisa amplia, llena, con todos los dientes blancos brillando en una cara iluminada por la felicidad.

Jack nunca más volvió a ver a Ali, únicamente encontró un trozo de papel sobre su asiento.

"Llegué a mi parada, terminé el viaje, el libro tenía final feliz, gracias por acompañarme"

La nota no estaba firmada, pero no era necesario, una solitaria lágrima escapó de su ojo y viajo por la mejilla hasta caer en las fibras grises del forro de los asientos, había finalizado su viaje y llegado a su destino. Jack volvió a su rutina, pero algo había cambiado, ahora Ali le hacia compañía en su viaje personal.

                                                                                              Fin

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